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Poesía / peruana

Poesía

Con motivo de la publicación en España de «Un hombre solo, un solo infierno», antología del poeta peruano Elí Urbina, editada por Valparaíso Ediciones, el reconocido poeta uruguayo Jorge Palma ofrece una nota de lectura sobre su poesía. Esta entrega se acompaña de una selección de poemas del autor.

 

UN SUSURRO EN EL DESIERTO

  Por Jorge Palma

 

Escuchar la voz de Elí Urbina es un susurro en el desierto. Basta con detenerse un instante, dejar que caiga al suelo el innecesario azote del ruido cotidiano, para comenzar a escuchar un rumor, un susurro, una voz suave y contundente, casi como si nos estuviera hablando al oído.

¿Qué dice? ¿Qué canta? ¿Es una canción fúnebre? ¿Un ritual desconocido para el mundo? ¿O la voz de un poeta que ha escudriñado el secreto del hombre en su propio abismo, y lo lleva labrado a fuego en su pecho?

La poesía de Elí Urbina ilumina un territorio devastado, y un coro de voces anónimas sostienen un discurso que se resiste a asumir la derrota de todo lo humano. Pregunta. Se pregunta. Asistimos a conversaciones entre sombras no definidas, en presencias que manifiestan constantemente la desolación y el hartazgo de un mundo hecho añicos.

Hay un hombre atravesando un desierto donde antes habitaba la esperanza. No es una poesía de la negación o nihilista, sino todo lo contrario. El hombre se mira las manos y solo puede reconocer la herrumbre, el óxido, el polvo dejado por la carcoma. Mientras se ufana en mirar hacia un horizonte desdibujado por la cerrazón humana, la sequía espiritual, la insostenible depredación de todo lo viviente.

Leyendo con atención a Elí Urbina, uno tiene la sensación que el poeta atraviesa esta tierra yerma con el rostro y las manos tiznadas, con la piel lacerara, y la garganta al rojo vivo, de gritar en medio del desierto.

Cabe preguntarse ¿qué viene después de esta lluvia ácida? Acaso sea necesario callar, y poder escuchar con claridad, lo que nos susurra al oído su voz suave, contundente y porfiadamente genuina.


 
BOLA DE RATAS
 
A la luz de la luna verde por el bosque,
un temblor de súbito sacude la cabaña;
ratas, ratas invadiendo en hordas; ratas,
con acerados dientes, con infectas garras;
ratas quebrando el silencio del papel;
ratas andando como latir de sombra,
al asecho de tu pie desnudo y de tu rostro;
ratas llenando la bombilla hasta nublarla,
desollando al gato, destripando al pastor;
ratas de piel lampiña y rugosa,
cual escroto decrépito, a ciegas olisqueando;
ratas pululando hasta por dentro del espejo,
un gran tumor mutante 
                     /a punto de explotar en ratas;
ratas brincando a quemarropa en el pasillo;
ratas cuando a tientas buscamos la salida;
ratas como derrame de petróleo hirsuto,
apestando a humedad y a meadero,
a secreción y a carca umbilical;
ratas chirriando sin tregua, ¡aj!, chirriando,
lo mismo que sartenes o parlantes posesos;
ratas, ratas, fariseas, déspotas, demagogas,
agujereando por doquier al mundo,
siempre en tránsito hacia su latido;
ratas, paradigmas de monstruosidad,
engendros de un ovario emputecido, ratas.
 
 
BAJO ESTE CIELO EXTRAÑO
 
Bajo este cielo extraño, hundido en el silencio,
corto la oscuridad con turbia pincelada.
 
Un inmenso arenal me circunda, se extiende
sobre el hueco del mundo, llena todo de ausencia.
 
Erguido entre el dolor, me mezclo con el polvo,
en marcha circular, siempre en sentido opuesto.
 
El tiempo no es el tiempo, pero de golpe pasa.
 
Tensa de incertidumbre la palma de mi mano,
raigambre membranosa, se alarga sordamente.
 
Un raudo, casi helado ardor asciende, estalla.
Violento es el tumulto terrestre de la angustia.
 
Tanta boca, piedra, uña; tanto ojo, vidrio, pelo.
 
Cada estremecimiento es un corte insondable.
Cada paso me envisca, incrustado de culpa.
 
Materia abominada, substancia crepitante.
 
Desde otra oscuridad, en la memoria, un rostro
grita inerme. 
          /¿Es su nombre el nombre de mi herida?
 
En vano corto el muro de carne de esta sombra;
es todo desamparo, dolor que nunca acaba.
 
COMO RAMAS DESNUDAS
Como ramas desnudas,
en el pantano estábamos,
hombres deseosos y soberbios, vástagos
 
de todos los rincones
y todas las estirpes,
contemplando las ruinas dispersas y gruñendo: «¡Aquí
 
ya no tenemos nada!»
«¡Solo nos queda el tedio!»
«¡Se han gastado los dones y símbolos de ayer!»
 
Cuando hartos ya de todo,
nos pusimos en marcha,
seguimos el camino al lado del río negro
 
y dejamos atrás,
poco a poco, Chinpæpteh¹
«¡Adiós, cuna de la nostalgia y los bastardos!»
 
Escasas provisiones
y bestias debiluchas
cargábamos a cuestas, y las aguas ciegas nos guiaron
 
tan lejos como pudieron,
y después se borraron,
como nosotros, entre tullidas nieblas. 
 
Así, con dedos alargados,
—sonámbulas esquirlas—,
voces airadas y pasos rotundos, andamos
 
a tientas, pisando huesos
sobre las arenas, huesos,
en busca de refugio, hasta que el sol se hundió.
 
El frío de la noche
ya mordía nuestras manos
cuando palpamos lanchas muertas en cuyos vientres
 
semienterrados nos metimos,
tiritando con rabia.
¡Ah, fue como sufrir muy lentamente
 
el odio de los dioses!
Algunos animales
sucumbieron de golpe —estatuas derrotadas—.
 
Otros cayeron
entre hórridas convulsiones,
con sal incrustada en los ojos ante la muerte. 
 
«Somos hombres perdidos»,
susurró alguien, y enseguida otro,
con palabras trémulas, añadió:
 
«Nosotros, los más jóvenes,
estamos condenados».
Solos entre las sombras, en el caliginoso vértigo,
 
consumimos entonces
el cáliz del silencio,
absorbiendo sus dones con la mirada grave,
 
y explorando los círculos
de los maderos óseos,
contemplamos las palabras girar con ellos,
 
—espirales del tiempo—
en busca de un escalofrío,
y, al fin, nos doblegamos al recordar con pena
 
los ya desamparados 
nombres de la ternura,
apodos que perdieron sus rostros para siempre,
 
y ansiamos el calor
de los antiguos lechos,
sí, como aquel que empuña a solas una estrella
 
y llora mientras arde,
tan silenciosamente,
y sentimos de nuevo las culpas del pasado,
 
aun cuando sosegamos
nuestro apetito absorto
con carnes renegridas y licores amargos.
 
   ¹ Nombre mochica del puerto de Chimbote que, según Orlando Carrasco Bardales, significa 'La sal no es del lugar'.




*POEMAS DE SU LIBRO «Un hombre solo, un solo infierno» (Valparaíso Ediciones)

 

 

Tres textos de Elí Urbina POEMAS DE SU LIBRO «Un hombre solo, un solo infierno» (Valparaíso Ediciones).
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ELÍ URBINA

(Chimbote, Perú,1989). Fundador y director de la revista y editorial Santa Rabia Poetry. Ha publicado: «El abismo del hombre», Buenos Aires Poetry, 2020 (Argentina); «La patria del instante, 120 haiku», Alcorce Ediciones, 2023 (México); «Exŏdus», edición bilingüe español/inglés, Santa Rabia Poetry, 2022 y 2023 (Perú) y «L’ abisso dell’uomo», edición bilingüe español/italiano, Edizioni Arcoiris, 2023 (Italia). También es autor de las plaquettes: «La sal de las hienas», Plectro Editores, 2017 (Perú) y «Fábula de los burros salvajes», Editora BGR, 2022 (España). Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y publicada en diversas antologías y revistas literarias del mundo. Su libro más reciente es la antología poética «Un hombre solo, un solo infierno», publicada en 2025 por Valparaíso Ediciones (España), que reúne lo más significativo de su obra escrita entre 2012 y 2024.  

https://valparaisoediciones.es/tienda/poesia/941-486-un-hombre-solo-un-solo-infierno.html

Jorge Palma

Poeta, narrador, periodista y divulgador. Ha publicado once libros de poesía. Entre el viento y la sombra, 1989. El Olvido, 1990. La Vía láctea, 2006. Diarios del cielo, 2006. Lugar de las utopías, 2007. La voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas, 2018. El testamento de las mariposas, 2020. Entonces noviembre, 2022. Papeles invisibles a la luz de la luna, 2022. En el nombre del Padre, 2023. Sólo vine a mostrarte como late el corazón de un pájaro, 2023. Además de un libro de cuentos, Paraísos artificiales, 1990. Su poesía ha sido publicada en varias revistas latinoamericanas y de otros países del mundo. Letralia (Venezuela). UNAM (Mexico). Akzente (Alemania). Wasafiri (Inglaterra). Fue coordinador para Uruguay de la revista Caravansary (Colombia). Su poesía está traducida al inglés, francés, italiano, árabe, rumano, macedonio, húngaro, griego y alemán. Ha participado en diversos festivales internacionales de poesía como los de La Habana (Cuba), Struga Poetry Evenings (Macedonia), Granada (Nicaragua), Africa Poetry (Durban/Sudafrica), Trois-Rivieres (Canada), Ciudad de los anillos (Santa Cruz de la Sierra/Bolivia), Wine & Poetry, Colchagua (Chile), II Coloquio Latinoamericano de Literatura. Universidad Nacional de Tumbes (Perú), XXVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos Ciudad de Salamanca (España-2023), IX Festival Internacional de Poesía de Shanghai (China, 2024). Accésit Premio Pilar Fernández Labrador, 2022. Salamanca. España. Por el libro: Papeles Invisibles a la luz de la luna. III Premio Rey David de poesía Bíblica Iberoamericana, 2023. Salamanca. España. Por el libro: En el nombre del Padre.

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