Poesía
La visita
Hay quienes mueren de sed
donde muchos se ahogan.
La visita va por sus milagros.
El instinto espera ser complacido.
Va por la ciudad con su mirada en sombra,
su deseo, por antiguo, ha perdido las pistas.
Y la madrugada se agota.
Alto del Olvido
Me acompañaba en silencio
junto a la tumba de mi madre.
Era todas las madres de mi vida
sentada en el pasto
junto a la lápida
que tiene el nombre
que más amo.
Ella me abrazaba
/con su silencio
y de vez en cuando también
me abrazaba
de verdad.
Una tarde me señaló
un cardenal rojo
que bajó a beber el agua
de los que ya
/no tienen sed.
A la sombra,
despidiéndose,
me cebaba mates eternos.
Yo no quería dejar
/de sufrir
para no perderla.
Un día no volvió
/al campo santo
y me quedé para siempre
velándola con mis muertos.
Pajaritos de la noche
Rondan mi cabeza animales
/extraños
que aprendieron a volar
/para no arrastrarse.
Siento el aire de sus alas
/sin plumas,
un viento nostálgico que es
/el aliento de la noche.
A la hora en que todos duermen,
cuando se escriben las cosas
que nadie se atreve a pensar,
pajaritos dentados comienzan
/a golpear
su panza en mi ventana.
Los dejo entrar y ellos
/me agradecen el gesto
revoloteando sobre mi cabeza.
Me veo en la sombra de la página,
coronado por esos angelitos
/de la noche.
Ellos no se atreven a tocarme,
son manos que simulan caricias.
No hacen ruido al volar,
sin embargo siento sus roncos quejidos
cuando pasan junto a mí.
Con esa cadencia voy soltando
las palabras en la página.
Doy el punto final y ellos
/ya se han ido.
Entonces, cierro la ventana.
El compromiso de la mañana se anuncia.
Pajaritos de la noche,
/no me permitan olvidarla.
Nada amanece
Los perros rondan al azar
por la parte flaca del olvido.
Veo la noche como se ven
las sábanas sucias
que al menos te esperan.
Nada amanece,
nada a hueco y plomo.
Nada entristece más
que el sonido de las uñas
/de los perros
sobre el asfalto desolado.
La ciudad se enferma
de mis párpados entornados
de obscuridades que embellecen
el paso de la muerte.
Llevo notas delicadas
de los dictados de la locura
que enferma de tango.
Y a mi destino,
que se rasca el sexo en público,
nada le viene mejor
que esta nada a hueco y plomo,
a perfumes baratos que disfruto
como nombres olvidados.
Miguel García Urbani
Escritor, bibliógrafo, periodista, con ductor de radio y televisión, y gestor cultural. En su país ha publicado desde 1990 en revistas literarias y diversas antologías de narrativa. En 2017 editó su volumen de cuentos, Tangos y falsas
promesas, que presentó con éxito en ferias del libro de varias provincias argentinas y en decenas de escenarios y bibliotecas de toda España. En 2018, la primera edición de Plateados por la luna, textos para el reencuentro de Carlos Gardel y Federico García Lorca, que también propició una nueva visita a los escenarios culturales de Argentina y España. En 2019, publicó de nuevo a dos orillas, Calle 52, historias y jazz, trabajo literario y musical que comparte con el célebre ilustrador Luis Scafati. En 2020 publica la segunda edición, corregida y aumentada, de Plateados por la luna, ubicándose en el territorio de la investigación, el ensayo y la poesía. Los puentes tendidos entre Argentina y España –sus dos nacionalidades–, transitados por la música y la literatura, le dan originalidad y constante desafío a su trabajo, siendo, Alto del Olvido, el claro ejemplo donde se hila, en un hermoso compendio, el relato, la poesía y la prosa poética.
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