Poesía
RESPONDE EL FAX MAS FLORIOSO DE JULIO
Yo también Eida siento algo robado
Sé que hay una avenida torva
para el río luminoso
que se atrevió a inundar los parqueos
como una rebelión de todos los pájaros
que en este mes se acicalan para romper
a cánticos y rojos ciertos aceros
Y sé que de esto trata ese íntimo tesoro
que ahora denuncias inesperada y esperadamente
como una pérdida invaluable
en la oficina que el corazón
puso para las utopías defenestradas
Esas cosas han brillado una vez para la eternidad
Pero la eternidad no se muestra como
equivocadamente creímos que iba a suceder
Sucede sin embargo
algo más interesante
Su brillo intensifica palabras gestos y acciones
en la más ruda de las oscuridades
El amor bien dices es de pobres diablos
no de diablos pobres
Estos sí tendrán las eternidades de estereofón
Estos sí enflacan o enmondongan tristemente
Les salen las canas de nunca haber sentido el amanecer
Y como si fuera poco de no haber tenido la esperanza
de sentirlo alguna vez
Enflacan en un cruel paralelismo
con los condenados del primer círculo
Nosotros no
Porque sabemos lo que este día significa
Significa que cuando el tren ha invadido
totalmente una aurora
se encamina a las estrellas
Con este pobre de amor diablo David
INTRODUCCION A LOS ACONTECIMIENTOS
QUE HAN ACAECIDO Y ACAECERAN DESPUES DE
HABERSE DESDIBUJADO LOS PECES PROFUNDOS
Para Ismene
Para la soledad dispuse
la tarde que entraba en la noche sigilosamente
y los ojos que se acercaron
bajo los parasoles de la música que no
pudo bailar sin nosotros
En el transcurso de un ligerísimo parpadeo
pudo entonces beber el arrasado cielo que
marzo había enterrado en la casa interior
Se desdibujaron los peces profundos
que rasgaban todos los vientres del naufragio
haciendo imposible ver fuera del concierto
que encendimos
Ya que el día de mañana camina apresuradamente
desde hace varios años
Y en el camino que encontró
cuando ya se podía sonreir
nos encontró sin reparos
para enfrentar el tiempo compartido
una vez fuera del túnel
Se trata de entender que algo comienza
sin cuestionar ninguna osada carrera hacia más allá
o algún retorno
porque los enanos ya nos legaron
la conversación de las hormigas en unas gradas
que no suben ni bajan
y piensan animadamente
en la casa sobre cuyo techo
descansa a pleno vuelo el cometa del mejor
de los últimos sueños
CODICE DE LOS ESPEJOS
Yo te encontré en los pliegues
En las oraciones infinitas de las iguanas
Cuando miraste atrás
y te hallaste confuso en el concepto madre
En los ojos de las mujeres que miraron
con desconfianza
y creyeron al cabo en lo que dijiste
para provecho de quién sabe qué ditirambo
En músicas de reducidos bares
En la frontera de la orina y la mariposa
Yo te encontré cuando acabó la lluvia
y empezó la pregunta sobre la caminata
Sabiendo que los anaqueles guardaban
más que las sombras
y eran sorbibles todas las palabras
Cuando rozaste la locura en un edificio rojo
y para escarnio de ti mismo
estuviste más cerca de la plenitud
Y saliste a la noche de las barcas
a la noche de los compromisos con la desaparición
Tomaste un teléfono inservible
Tomaste mucho licor y brujas
con la cabeza tirada lejos de la llave
Yo te encontré celebrando el cuerpo
Celebrando el nuevo sentido de las palabras
que dubitaban al borde de la oreja
Había un plato para todo
Para devorarte a tí mismo con todo el mundo
y acabar con los onerosos pedazos de paraíso
que había en el equipaje
Ahora puedes venir
y sacarme del pozo sin cuidado
Recíbeme otra tarde de domingo en confusión
y dejáme decirte sin rodeos
lo que te necesito
Ahora ha escampado
en mis temores
Y ya todos son tan claros que no
temo sino a ocultarlos
Puedes porque quiero decir
que vengas a encontrarte con el que no quiso
acercarse a la ventana
cuando fuiste en mi búsqueda y te di
un pudoroso beso
un sexo fatigado y sin encuentro
Sácame pues ahora que puedo decirlo
y sin dificultad ni pena morir después
REUNION
“Oh, no preguntes qué es
vayámosnos a hacer nuestra visita.”
T.S. Eliot
Han puesto un ala gigante de mariposa
sobre el tren como bandera
y han decidido venir
Han tomado sus alforjas
cargadas con la luz vespertina y tranquila
de las provincias
y otros la luz opaca de los lunes
tristes de la urbe
Han echado tardías prehistorias e infancias
y animales fantásticos de esas infancias
por los cuales la fauna
se hizo invulnerable
Los vagones rebosan
con las guirnaldas polícromas
de bellas mujeres insulares
con el corpulento árbol de Líbano
los profundos y deliciosos ojos de Alicia
el sombrero irreverente de Charlot
y los fuegos de obús
cantados por Apollinaire
Ellos tienen sus corazones
habitados de frutas y palmeras
y el cabello oculto de amores y nostalgia
Han partido tras el vuelo
de avecillas gaseosas
la máquina levantando un polvo transparente
que hecho canción fue a posarse
muy quedamente
sobre las hojas que tupen los cercos
Ellos son más incontables
que todos los sueños de la Tierra
su sexo múltiple
su credo y su color único
En los carros revolotean sus ojos
ajenos al baile de hoy a las cinco de la tarde
ajenos al desgarramiento atroz
que sufríamos corriendo tras un bus
o soportando todas las hambres
como mares secos
En esos carros en que se hojean diarios amarillos
que sueltan sangres seculares y batallas
y se miran negligente pero amorosamente
los habitantes de Macondo
arrastrando un halo perdidoso como los muertos
que nunca se murieron aunque llegaron sin vida
en otro tren a la playa
Aquí vienen los abuelos
abanicados por fantasmas y novias postergadas
Los que dejaron su casa
para morir por amor y por dolor
en cruces extranjeras
Tantos hombres de tristes figuras
atribulados de entuertos galeotes y bachilleres
El obrero de Lima
con su reumatismo sacramental
la vendedora de flores de Bogotá
el niño ambulante al que San Salvador
provee de modernas pesadillas
la carretonera de Managua
parada frente al lago por mucho tiempo
mirando los muertos del terremoto
muchos de los cuales tienen su asiento aquí también
los saqueadores de Sao Pablo
hablando con un poeta querible y barbado
que cantó a la Barca de Brooklin
y a una rara mujer de una ciudad extraña
el muchacho mesiánico
que encendió todos sus fuegos para cambiar la vida
y en París se dio cuenta de su estación en el infierno
Tantos otro muchachos
que no tienen nombre sin que eso importe
La sonrisa
los voladores que salen del alma
para hacerse sonidos e imágenes
enloqueciendo la tinta
el amor precipitado y a deshora
la calma por la cual el paraíso es intuible
y pone en los ojos las extraordinarias naves
del cielo y el mar
La embriaguez
y sus desaforados sueños
sus taxis y sus largas cuentas
Pero más que eso
colma los carros una savia
que nos es común
una savia de saber que somos los elegidos
de esta reunión
una savia obligada a recorrer estrechas venas
y que un día revienta y lo inunda todo
hasta ahogar a todos los insectos
del aire filoso
Y es que para el espacio
que esta noche destiné a cierta gente
he dispuesto todas las canteras celestes
todas las aguas purificadas
por mis crucifixiones
las mesas largas y
el tiempo que le quede al universo
TODAS LAS COSAS
La vida está proscrita
El aire lleno
de insectos que cortan memoria
y nos atragantan ascensores
Todas las cosas quedaron para luego
El patrón en el que la tía y la abuela
realizaban la plenitud de los días
en tanto iba saliendo
la enagua que ensalzaría
las caderas de la mujer más bella jamás vista
La taza que me auguraba
las mejores profesiones
entre el rumor de los muchachos
que salían de colegio
a buscar las caricias
Mil perros y diez mil hipocampos
que derrotarían en la batalla final
a los mayos pérfidos
Llegó la hora
y el hombre oscuro
sacó de la valija la franela
puso todo en orden
La muñequita y los alfileres
los puñitos de sal
que fugazmente nos recordaron los mangos
el sombrero de gorila malintencionado
Sacó sus riscos
y sus zancadillas
Llegó la hora no sé cuando
y dejó la vida proscrita
DICTAMEN FEBRIL DEL VALLE Y OTROS PEDAZOS DEL MUNDO
La elaboración de nuestras esperanzas
se da en habitaciones secas Hirvientes
cubiertas las paredes de una obscena pintura
/Coca Cola-Mac Donalds-Ferrari-Pizza Hutt-Levis-Sony-Goldstar-Playboy-Riunite-Budweiser-
“desde que yo te vi todo ha cambiado para mí”
-Bill Clinton-Maradona-Juan Pablo Segundo-Pablo Escobar Gaviria-Madonna/
Un hilillo malvado que surge del televisor
o la página de un diario
y se entierra entre los ojos
/un poco más arriba de la nariz
Y aunque hay caballitos entre la hierba
caballitos tristes pero cantores
todas las mañanas nos revolcamos sobre
una parcela del calendario enfermos casi
por las cenizas del sueño evocando
/lo que no fuimos
lo que no somos y lo que no podremos ser
Furtivamente miramos
/algún grillo transparente
sincero o vemos a los árboles
/entreabrir sus portones
al cortejo de las hadas
Algún aroma de mujer repentina
hace que la memoria sude y nos ponga
/a sentir toda la noche
o todo el mar
No ha llegado todavía la hora por supuesto
cuando hablamos con algo parecido
/a un ser humano
que nos hace andar todo el camino del rechazo
y nos ha hecho regresar a esa ventanilla
y después nos ha hecho caminar
/todo el camino del rechazo
y vuelto a esa ventanilla…
Es verdad que hay esos caballitos
y hay poetas jóvenes
/con los que se puede hablar
y que quisieran ser redimidos por el fondo
de su triste alegría
Se puede caminar seguramente
si uno tiene la presencia de una
/ballena tragada
por un barco
si ha sabido entender
/lo útil de la cara de un gato
para el universo
Se puede y a uno debiera dejar
/ de importarle entonces
lo grupos de gente que borden las pupilas
como piratas al punto del desenfreno
Cada cual verá la necesidad
desde sus ojos
Algunos creemos en la necesidad
/del frío y el calor
la necesidad de la mano
y la casa y también la necesidad
/de que en esa mano
habite algo de lo que el estómago
/se pueda enamorar
y que ese amado esté siempre
/sin que algo lo condicione
Creemos en la necesidad de tener un monte
para cada par de ojos
y la suficiente tolerancia de todos
/ los circunstantes
para que no nos ocurra algo que haría
/innecesarias todas las necesidades
(no olvidemos que los muertos
sólo de una salvación
indeterminada podrán carecer)
Se puede entonces caminar seguramente según cada
necesidad
Aunque el vidrio molido atravesado en la garganta
escriba con oscuridad día a día Sobre estas horas
cuando luego de tocar en todas las puertas
corresponde estar sentado y triste
en el umbral de la vida
/Nosotros revelaremos
/a la noche la humana transparencia,
/Este corazón tan propicio a vivir de fábulas,
Estos rostros inventados que duermen en nuestros lechos,
Estos consejos sombríos, estas patrias de ausencia,
/Y el alma que se rejuvenece con los eternos ramajes,
En el tiempo que suena como la calma de la sangre/
René Ménard
Decía lo anterior
Como junto a la loza fúnebre
de los días del más intenso violeta
Sobre la necesidad que establezcamos
/nacerá el río
y en otra vida de estos mismos suelos
habrá cosecha de miradas libres
Nada ha empezado antes ni después de tiempo
Acontece solamente
que la elaboración de nuestras esperanzas
se da en habitaciones secas Hirvientes
NOVIEMBRE
Hay otra poesía ya sin cuerpo
ya sin pulsera, prenda o abalorio,
cabaña de la voz, verdad a pulso
y residencia de lo sustantivo
Alfredo Cardona Peña
No puedo escribir
los versos más tristes esta noche
porque los versos la tristeza y la noche
son una bagatela insuficiente
para dimensionar el océano que me traga
desde que no estás
No puedo
cuando las calles se me retuercen
y mi sed me bebe
desde el fondo de los vasos
He caminado sin versos
hacia el barrio que está más allá de la tristeza
y un desarrapado nocturno
se me ha deshecho con sus tintas
entre los ceniceros
Aunque no será el pobre Pablo
quien apechugue lo inútil de su aserto
sino una mañana en que me quede sin ti
y sin poesía
CANCION DEL EXTRANJERO
Cuando sea grande
a la medida del ocaso
en las tardes del café sadificante
y me corresponda crecer con las raíces
y enroscarme como eterno
quisiera ser el extranjero profundo
del otro valle
Que llegue un momento
impenetrable para los hilos de los lunes
el taxi desesperado
y la noche reventada en los bares difusos
no puedo evitarlo
Otra mujer me invitará a la cama
y sus labios me amenazarán
/hasta la madrugada
Y no podré dejarla
mientras me haga volar
entre los cocoteros rojos
/de un barrio embrujado
Meterá sus dedos
/en cada una de mis partes
y me pedirá que olvide todas las playas
y las frutas y los largos viajes en bus
con una novia adolescente
Me mostrará un sol equivocado
una guitarra eternamente virgen
los premios de todas las resacas
y las caras burlonas de mi gente
Otra ciudad me alojará
y no me tendrán temor sus habitantes
Sin cuidado dejarán abiertos los perros
y en huesos los candados
En las huertas tendrán a bien que
haga el amor con las gusanas
Y en los bares nadie castigará el oprobio
con el que me entregaré a los venenos
más brutales
Habrá desidia por todos mis actos
por mis carísimos hipocampos
y mis mentiras antológicas
Nadie me dirá dónde vives
ni importará si soy ateo o pandereta
si mi padre es rumano o panameño
si mi apariencia ha sido correspondiente
a lo que entraño
Sabrán que estoy de paso
que las maletas siempre estarán
prestas a unas manos torpes
que el pasaporte lo tendré tatuado
en todos los gestos
Sabrán que estaré regresando todo el tiempo
a los ojos que un día de setiembre
me revelaron la verdadera identidad de mi patria
A la memoria de mi amigo David Madariaga.
“Hubo el tiempo para crear nuestro jardín
e iniciar la carrera hacia lo intuido.
Tiempo para la carne convocada
para remontar la cometa de un viejo deseo”.
David Maradiaga
Quién diría, hermano pájaro, tener ahora que explicarle a todos esos ojos hinchados de asombro que el vuelo es posible, y que hay vuelos de vuelos, y que “uno muere muchas veces, la primera al nacer, las otras en cualquier momento”… Tener que explicar que uno abre las alas cuando le viene en gana, y cuando le viene en gana uno se arroja a cualquier cielo, a inflarlo de piruetas y ademanes, a retar en una danza irreverente a ese dios tímido que nos dio la vida sin sospechar que éramos capaces, infinitamente capaces de construir la ternura con un solo gesto.
David nace un 9 de noviembre de 1968, en Mana¬gua. Allí vive los dos primeros años de su niñez, niñez que podemos imaginar se desarrolla en un ambiente muy particular, pues el clima político tiene sumergido al país en un profundo estado de tensión social. Es por aquellos tiempos cuando la guerrilla sandinista empieza a estructurarse como una fuerza revolucionaria organizada, con el firme propósito de derrocar el gobierno Somocis¬ta. Los enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército nicara¬güense se dan a boca del día. Es en este panorama en el que vivían los niños y las niñas de la generación a la cual David perteneció.
En algunas ocasiones –muy raras, por cierto– con los ojos tristes y alguna bebida mágica entre las manos, de esas que lo transportan a uno a los archivos del pasado, solía contar David a sus amigos:
“estábamos en la escuela cuando la maestra nos alineaba al lado de la salida del aula, y nos indicaba cómo irnos para la casa, en grupos de dos y sin entretener¬se; nosotros ya sabíamos y no nos causaba la normal alegría de los niños cuando suspenden la clase, pues entre dejar pupitre y alcanzar los brazos de la vieja transcurría un trecho de muecas y pesadillas…”
De niño, David viaja mucho por toda Centroamérica. A los 7 años cursa el primer grado en la escuela de Higuito, en Desamparados, pero luego regresa a Nicaragua y permanece allá por poco más de un año.
Es en 1978, a la edad de 9 años, cuando llega de manera definitiva a Costa Rica, siendo un niño aún, de alguna forma arrancado de su país, de su barriada, de su escuela, de sus abuelos y de sus amigos, pero un niño que, en sus adentros, de alguna manera, sabía que dejaba también las reales pesadillas de infancia, sus temblores nocturna¬les, sus escondites para el llanto.
Ya en nuestro país, que sería en adelante también el suyo, su familia se instala en una modesta casita en el distrito de Zapote. Allí reinicia sus estu¬dios escolares y recibe parte de sus estudios de secundaria en el colegio Rodrigo Facio. Mas, no sería en esta institución en donde terminaría su aprendizaje. David, ya a muy corta edad, mostraba signos de esa hiperactividad que lo caracterizó siempre, y en sus años de colegio esto no fue una excepción. Fue un estudiante brillante, un líder creativo y fogoso, propositivo, confrontador, y algunas veces travieso.
“Nos habíamos quedado en el `cole` un amigo y yo. No había nadie, solo nosotros y el guarda, y nos dio por jugar con un estante repleto de libros, hasta que sucedió lo que tenía que suceder, el coloso didáctico cedió al vaivén, precipitándose contra el suelo”.
Al día siguiente –contaba David– el encargado de cuidar las instalaciones los reportó, y su ingreso al colegio fue condicionado. Se le pidió que sus padres se hicieran presentes. En su ya perfilada rebeldía, David jamás volvió a ser estudiante del Facio.
Para esta época, en la que ya tendría entre 15 y 16 años, David había abandonado su casa en varias ocasiones, cumpliendo con esa necesidad de adolescente por la que muchos hemos atravesado a esas edades.
Su gran compañero y amigo de aquellos días fue Daniel Soto. Juntos apagaban su fogosidad o apaciguaban su creatividad dedicándose al deporte. El boxeo fue parte de las actividades que David practicara. Pero, además, sería Daniel, algunos años mayor que David, quien lo iniciara en la militancia de izquierda en la que crecieron juntos y en la que permanecieron por algunos años.
David viviría con su familia un tiempo más, en Zapote y luego en barrio Clarit, San Rafael Arriba y San Rafael Abajo de Desamparados, para luego instalarse permanentemente en el sur de San José, en el cantón de Alajuelita.
“No más dejar la acera de la costum¬bre
el pavimento recorrido una y mil veces
para quedar a tientas en la ceniza.No sabe uno si extramuros hallará madera de sueños
o el sueño será todo antiguos interioressólo conocemos la esperanza
Esa fuerza fluvial
que nos hace abandonar la casa”
David Maradiga
David, como miembro de una familia humilde, debía combinar el estudio con el trabajo, y dejar ratitos para su verdadera pasión: la poesía. Sus amigos le veían entonces trabajar como obrero en una fábrica, o convertirse de pronto en un especialista en arte costarricense vendiendo pinturas en plazas, calles o de puerta en puerta. De repente se le encontraba como colaborador de algún periódico, diseñando enigmáticos crucigramas o elaborando valientes artículos sobre literatura y arte. Algunas veces fue “cuidador” de carros en el centro comercial “El Pueblo”, en otras, vendedor de libros en el mercado de las pulgas, en la estación del Pacífico. Entre todo esto, su verdadero amor iba tomando vida y forma, lentamente, en las servilletas del “Lobo Púrpura”, en la salita de reuniones de la revista Andrómeda, en las banquetas de algún parque metropolitano, junto a algún amigo de trasnoche.
Andrómeda tuvo una significación importante en la vida de David. En el tiempo en que fue colaborador de esta revista se convirtió en una especie de Perseo y se casó con ella. Siempre que era oportuno, nos hablaba con cariño de aquellos días. Tal vez no era por el espacio literario en sí mismo, sino por las personas que le daban vida a esta publicación. Ahí conoció a grandes escritores, a pintores importantes, locos y bohemios, que incidían en el ambiente artístico nacional. La revista fue una especie de horno en el que David fue dinamisando la inquieta levadura de su cuerpo poético. Ahí se fue amasando un pan que muy pronto estaría listo a servirse en todas las mesas candentes y sensibles de un San José agresivo y peligroso, pero seductor. De igual manera, y a la luz de estos calificativos, iba forjando su carácter, iba descubriendo sus pasiones, iba coleccionando rostros, tristezas, triunfos y amores. Era un joven tripulante a bordo de un frágil navío en un tempestuoso océano. Lo más significativo es que en Andrómeda conoce a alguien que iba a incidir profundamente en el rumbo de ese navío: Jaime Bustamante, quien viene a ser el amigo, el guía y el confidente, pero lo más importante, el compañero de ese viaje por el que se transita muchas veces a solas.
David concluye sus estudios secundarios en el Liceo de Costa Rica Nocturno, y luego ingresa a la Universidad Nacional, en donde se decide por la carrera de bibliotecología. Sería ahí en donde, junto a Jaime Bustamante, su gran amigo y hermano poeta, inicia la aventura de “Hechos y Palabras”, un espacio dedica¬do a la poesía, a las musas y a la bohemia, vitales ingredientes que tonificaron la amistad entre dos seres bellísimos, quienes juntos, de ahí en adelante, apostarían sus sueños individuales en la construcción de un sueño colectivo con sabor a pueblo.
A Jaime B.
“Agradezcamos a la lluvia
el sol a conquistar
y que por ella se avive
la hoguera de la utopía
Por su tozuda presencia
se endurezca la carne
y se agigante este amor
a los guerreros del verano”
David Maradiaga.
La poesía, decía David, se tiene que asumir valientemente, se tiene que vivir intensamente. Un poema se hace con cada acto, en cada gesto. No es suficiente escribirla, hay que hacerla sentir en el espacio. La poesía es para construir, la poesía es para transformar.
Desde muy joven, David se había comprometido con el quehacer poético. Fue creador de diversas instancias, tales como talleres y espacios de reflexión. Así, lo encontrábamos coordinando al grupo literario “los de la segunda planta”, o como editor de la publicación “Torre de Babel”. Ya se mencionó su colaboración en la revista Andrómeda, y su aventura junto al flaco en la formación del grupo de promoción cultural Hechos y Palabras. También fue miembro del taller de poesía libre de la Universidad Nacional, y fundador del colectivo “Octubre Alfil 4”, entre muchos otros espacios formales e informales que se hacen difíciles de enumerar.
Su producción como poeta es basta, ancha y deliciosa, pero lo que es mejor aún, comprometida con las cosas que él amaba y con las cosas en que creía. Si no hubiera sido así, no hubiese escrito ni una sola palabra.
Dentro de su inédita producción encontramos propuestas poéticas como “Noticias del Fuego”, “Doble Sol”, “Recordaré estos días”, “Pasos en la madrugada”, entre otras.
Como compilador y prologuista, tenemos la antología “Dejen al Sol Brillar”, así como del prólogo del libro “Algunos se hacen Dioses”. A nivel investigativo, es cooproductor del libro “El continente que queremos”, recopilación de la consulta latinoamericana y caribeña “Juventud 92” (insumo preparatorio para la posición juvenil latinoamericana con miras a la cumbre de Río 92.
Existe, además, una serie de cuentos y de ensayos que nunca sacó a la luz, ni siquiera en los espacios más íntimos.
David estaba enamorado de la vida, y como todo enamorado, algunas veces ciego, algunas veces triste, pero siempre esperanzado. Y la esperanza, sabemos, no es un sentimiento ni una condición gratuita. Se construye con todo lo que tengamos a mano: piedras, hambre, noches con o sin luna, con violentos arrebatos que finalizaran en un grito altísimo o en una mueca. Pero, eso sí, la esperanza se construye con el sueño, y esto era para David una verdad concreta. Como dijera Roque Dalton, “tan concreta como el alpiste”.
SU PASO POR AECO
Algo de esto era lo que David había aprendido de la grandeza espiritual de Oscar Fallas, “soñando y empujando”. Ante la contundencia de estas dos palabras, qué no es posible, si ya se tiene todo para hacer del sueño una realidad hermosa, verde y dulce, como el mejor licor de los dioses. David amaba la vida, y es que había aprendido a amarla, no vayan a creer que es fácil. Para esto, como diría él, “hay que tragar mucho licor y muchas brujas”, y por defender la vida estaba dispuesto a todo, y cualquier trinchera habría sido buena para este propósito. Y es que hay que decirlo, la poesía era su trinchera, los bares más populares eran su trinchera, una banqueta fría del parque era su trinchera, el cuerpo, el amor y la complicidad de una mujer era su trinchera, el cariño de un amigo o amiga era su trinchera. Y aun cuando no se quedaba mucho tiempo en ellas, las recordaba para siempre, pues él sabía que para estar en el frente de la lucha había que frecuentar todos los huecos posibles. Su último refugio táctico, y a la vez el último de sus frentes de lucha, fue la Asociación Ecologista Costarricense, trinchera por muchos compartida, y en donde él encontrara la conjugación de la poesía, el amor, la complicidad, la amistad y la fría banqueta en donde subirse a gritar por la construcción de un mundo socialmente justo y ambientalmente sano.
Es Jaime Bustamante quien lleva a David a la AECO, a finales de 1989. Y calzó como pieza a rompecabezas. Pronto había incorporado sus ideales a los de la Asociación, y viceversa. Ya en 1990, se incorpora como miembro activo, y desempeña diversos cargos de importancia. En su primer año, estructura el Centro de Documentación de la Asociación. Un año después, es designado como delegado oficial por Costa Rica para el Foro Mundial de Juventud sobre Ambiente y Desarrollo. Fue delegado también para la Consulta Nacional de Juventud por el Desarrollo Urbano. Fue coordinador del taller nacional de juventud y ambiente urbano. En 1994 participó como representante por Costa Rica a la Asamblea General de Amigos de la Tierra, en Tallín, Estonia, y como representante a la cuarta Ecotopía Latinoamericana, realizada en Montevideo, Uruguay. En 1995 representó a AECO en la Comisión Nacional de ONG´s para el Desarrollo Sostenible, CONAO. También coordinó el Área de Instancias de Coordinación de AECO, y se incorporó como miembro del grupo de trabajo de Juventud de Amigos de la Tierra Internacional.
Así era David, un tipo brillante y trabajador, y siempre dispuesto a dar la tarea. En AECO se le recuerda por su enorme capacidad para responder. Era un mago de la redacción, el “salvatandas” de muchos y muchas en aquellos momentos de apuro. Le recordamos también por su claridad política y sus siempre valiosos aportes en todas las dimensiones del trabajo de la Asociación, por su invaluable presencia en el trabajo de campañas, donde estaba siempre al frente con sus compañeros de Área, inyectando claridad y creatividad. Pero, sobre todo, lo recordamos como el amigo tierno y sonriente, dispuesto siempre al abrazo, a la palabra de aliento, al consejo joven de su inmenso corazón.
Es difícil, profundamente difícil, reconstruir en un papelucho la dimensión humana de David. Cómo expresar los gestos llenos de palabras y de amor. Cómo describir sus ojos llenos de intenciones y sueños. Cómo descifrar su risa burlona, repleta de críticas constructivas, cómo mencionar sus cansancios de fines de semana, y ese enorme cuerpo satisfecho de tareas cumplidas y de nuevos retos. Es difícil, muy difícil, y es aún más difícil explicar lo que se fraguaba en su cabeza, proyectos que iban tomando forma lentamente, esperando el oportuno momento de ver la luz. Difícil es decir lo que el sentía respecto de la década de los setentas, y cómo ésta le había marcado. Lo que él pensaba de los ochentas, como protagonista, y lo que expresaba de los diabólicos noventas, años del advenimiento de la tristeza, según decía. Por eso, que sea él quien lo diga:
“Entonces entendimos que estábamos perdidos en el tiempo, que nos había tocado vivir la experiencia de lo fragmentario, ver cómo lo sólido se desvanecía. Eran los 80´s, tiempo en que la radio anunciaba la caída de las ideologías, la caída del muro, la muerte de nuestros últimos ídolos. Escuchábamos a Silvio, a Pablo, a los Beatles con nostalgia, aunque teníamos solo 20 años. Oíamos a Silvio, pero ya Charly deliraba pateando basura por los callejones, y nosotros nos montábamos en el rollo sobre filosofía barata, o asistíamos imberbes al “Lobo Púrpura”, a colectar, junto con los compañeros más antiguos del trasnoche, los retazos de Jethro Tull y los Rolling Stones. Redactando con nostalgia lo que le sacábamos a una tarde, sentimos muchas veces la agonía de los “outsiders”, que por última vez eran devorados en esas determinadas condiciones: Castaneda, Artaud, Akutagawa, y los que empezaron entonces a ser agónicos desde entonces: el apellido Bukovsky ya no nos dejaría hasta el 94 (…).
Añorábamos la vanguardia, la sicodelia, la revolución. Vivíamos entre Cohn-Bendit y el terciopelo subterráneo. Todo eso lo vivimos como caricaturas, como sombras. Vivimos la muerte del manifiesto del concepto de generación, del amor (…).
Esos éramos nosotros, pues nunca fuimos nosotros, porque saltábamos entre esos charcos de la conciencia, encontrándonos solo de vez en cuando. Por afinidad con el pasado, a veces nos veíamos con los fantasmas de las generaciones dispersas: algunos leíamos poesía con salsa en la plaza, junto a Ssacal y Emanuel. Otros se tomaban una cerveza con Sauma. Chico copiaba poemas en una pizarra, Gabriel se ahogaba en un mar revolucionario. Alguno estuvo cerca de “Sargento Mayor” en sus experiencias irreverentes, que una que otra vez lo hacían caer en las radiopatrullas. Casi la mitad deseaba a Ana Istarú (el resto prefería seguir siendo: a- heterosexual, b- fiel a su novia o novio, c- oníricamente fiel como un perro). Todos renegábamos de DeBravo en las tardes, y lo devorábamos con placer en las noches, como a un(a) a amante, pero definitivamente odiábamos a Albán. Tzara tomaba café con nosotros, y Lennon aparecía haciendo dúo con Bob Marley, mientras hacíamos magia con Char y Rimbaud. Fracasaron las iniciativas: Epicentro, la Poesía Activa, el Pollo Chingo, la Torre de Babel, el Rinoceronte Embistiendo, el Sexy Café Camús. Hechos y palabras, todos de los sueños que nunca quisimos abandonar. Ginsberg y la Beat Generation olían mal y nos gustaban. Empezábamos a apostar por un as de corazones azules e invertidos. Por aquellos días, apareció la revista de infinitas portadas y ninguna página, de dimensiones y métrica no euclídea: Kasandra. Por aquellos días, también desaparecía Kasandra, pero las profecías atiborraban nuestras mentes enfermas, y ella aparecía y desaparecía continuamente.
Para después algo había cambiado: ya éramos felices de ser tristes (“casi felices, pero inmensamente”, decía Sábato). Y teníamos esa fidelidad salvaje a nuestras pérdidas. Algunos decidimos no votar, y no lo hicimos. En cambio, hicimos el amor y muchas pintas, fuimos detenidos en enero, aquel mes que nuestro gurú Orescu, no sin ironía, llamó el mes de los gorrioncillos. Hicimos recitales con espectadores de verdad. Aprendimos a conocernos a través de fragmentos, fuimos nosotros a través de la niebla, y quisimos no pensar más en el tiempo de oro que tanto daño nos hizo buscar, sino hacerle un homenaje a aquel tiempo perdido: a las revistas que nunca fueron, a los recitales de sillas vacías, a aquellas fotografías de distintos lugares fotográficamente tan distantes.” (ESTE FRAGEMENTO EN CURSIVA, LO ENCONTRÉ EN UNA GABETA DE SU ESCRITORIO, CREO EL MISMO ES AUTORIA DE EL AMIGO Y ESCRITOS MAURICIO MOLINA)
Así, más o menos así, pensaba David. Lo que hizo se nos queda para siempre, lo que soñó lo asumimos como nuestro, lo que nos enseñó hoy nos duele, pero lo celebramos. Quienes lo conocimos hasta la médula, sin temor repetimos: “en el día de todos, el sol saldrá por el oeste, una salamandra se revelará común al destino de las alucinaciones, el agua no contendrá más su vítreo espacio, y una ronda libertaria hallará centro en el sur de la vida, para que todo empiece nuevamente”.
Melvyn Aguilar Delgado
David Maradiaga C.
Nació en Managua, Nicaragua, en 1968 y murió en San José, Costa Rica, en 1995. Vivió y estudió en Costa Rica donde obtuvo el grado de bibliotecólogo en la Universidad Nacional. Colaboró, formó parte o fundó múltiples talleres literarios, colectivos y revistas como La Torre de Babel, Hechos y Palabras, la revista Andrómeda y Octubre-Alfil 4. Fue miembro de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) con la cual participó, entre muchas otras, en la campaña contra la Stone Forestal y su proyecto para instalar un astillero en el Golfo Dulce, y en contra de la PlacerDome y su proyecto de minería a cielo abierto en Las Crucitas. Aparte de publicaciones en revistas o compilaciones de poesía, como Dejen brillar al sol, Maradiaga murió inédito, sin publicar un volumen de sus poemas. De manera póstuma, el Ministerio de Cultura publicó una recopilación de sus obras titulada Música de animal lluvioso y otros poemas (1998). Dejó inéditos los siguientes poemarios: Noticias del fuego, Doble Sol, Recordaré estos días, Pasos en la madrugada y varios poemas sueltos. Desapareció en forma misteriosa el 14 de julio de 1995, y fue encontrado un mes después por sus amigos en la Morgue Judicial. David fue el cuarto activista ambiental en morir ese años tras enfrentarse a los proyectos forestales y mineros de grandes compañías en Costa Rica
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