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mon cher mort

Poesía

Elegía para la llegada del invierno

Amada, (escucha)
      /se quejan los chopos porque te estás yendo
y yo pienso: que no tengas frío
Abrígate bien, llévate libros para leer
(Encontrarás una noche una azucena marchita)

Sé cómo será; (comedia)
           /me llevaré un pañuelo limpio
para llorarme todo el dolor
        /-y para toser por resfriado
Después la extenderé al viento
                   /cuando estés lejos -pensamiento honrado
y pensaré en el tiempo de otrora
          /buscando en la calle otra muchacha

Piénsatelo; allá tal vez nadie te esperará
y llorarás, tendrás remordimientos,
            /la vida es triste es triste
Recordarás siempre el ondear del pañuelo
que desatará un viento cruel sobre tu jardín
vaciando los senderos,
                      /desarraigando el pensamiento casero

Escucha mis consejos cuerdos
Quédate junto a la mesa callada
                      /y sigue cosiendo
No has acabado aún el vestido de seda
Escucha mis consejos cuerdos.

Amada, llega el invierno y tú estás yéndote
y el caballo viejo y podrido en el jardín
ya no tiene crines ni orejas;
             /yo espero la luna llena
para cabalgar sobre él
          /y correr detrás de ti, luz (Entiendes…)

Versión de Darie Novácenau



Agua salvaje

los dientes hambrientos del ojo
de hollín de seda
abiertos a la lluvia
todo el año
el agua desnuda
oscurece el sudor de la frente de la noche
el ojo está encerrado en un triángulo
el triángulo sostiene otro triángulo

el ojo a velocidad reducida
mastica fragmentos de sueño
mastica dientes de sol dientes
/cargados de sueño

el ruido ordenado
           /en la periferia del resplandor
es un ángel
que sirve de cerradura
            /a la seguridad de la canción
una pipa que se fuma
          /en el compartimiento de fumadores
en su carne los gritos
        /se filtran por los nervios
que conducen la lluvia y sus dibujos
las mujeres lo usan a modo de collar
y despierta la alegría de los astrónomos

todos lo toman por un juego
             /de pliegues marinos
aterciopelado por el calor y
           /el insomnio que lo colora

su ojo sólo se abre para el mío
no hay nadie sino yo que tenga miedo
                      /cuando lo mira
y me deja en estado de respetuoso sufrimiento
allí donde los músculos de su vientre
           /y de sus piernas inflexibles
se encuentran en un soplido animal
                    /de hálito salino
aparto con pudor
           /las formaciones nubosas y su meta
carne inexplorada que bruñen
        /y suavizan las aguas más sutiles

De nos oiseaux Versión de Aldo Pellegrini



Ha girado en torno al faro el nimbo de los pájaros azules

Ha girado en torno al faro el nimbo de los pájaros azules
en las mitades de la oscuridad taladrando la lejanía de los barcos
y se han caído al agua cual cenizas de arcángeles
Se ha alterado el pan y la flor
En las leproserías yacen como gavillas nuestros amigos
Tú sigues cosiendo sola pensamientos para tu hijo
Solamente el tren arrastra sus vapores
Animal malherido que corre, destripado

Versión de Darie Novácenau


PARA HACER UN POEMA DADAISTA.

Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta a darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en /una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copien concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque /incomprendida del vulgo.

Mis queridos muertos Recordando al DADA recordando a Tristán Tzara.
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Tristan Tzara

Samuel Rosenstock; Moinesti, Rumania, 1896 – París, (1963) Poeta francés de origen rumano. Fue el principal impulsor del grupo Dadá, movimiento de vanguardia surgido en Zurich durante la Primera Guerra Mundial que se proponía expresar su oposición al orden establecido mediante la ruptura con la lógica del lenguaje, en cuanto que elemento sustentador del sistema social. Tzara se nutrió de muchos artistas y movimientos. Desde el dadaísmo al surrealismo. De personalidad discreta y agitada, vivió en su casa en Francia casi toda su vida. Fue uno de los autores más importantes del movimiento dadaísta, que fundó junto con Jean Arp y Hugo Ball, una corriente artística de vanguardia totalmente revolucionaria en el sentido de que buscó romper con todos los parámetros establecidos a lo largo de la extensión de la historia del arte occidental, tanto que hoy día es catalogada como “antiarte”. El dadaísmo fue una especie de padre fundador para gran cantidad de movimientos artísticos, entre ellos el surrealismo, el estridentismo, y en cierta medida el Arte Pop de los años 60’s. Desde Rumanía a París, pasando por Zúrich 
La llegada a Zúrich en 1915 para continuar sus estudios de Filosofía y Letras supuso para él una ruptura con el panorama artístico anterior. A los 21 años hablaba rumano, inglés y francés, y pronto comenzó a codearse con artistas de todo el mundo que huían de la Primera Guerra Mundial -Emmy Hennings, Hans Arp o Marcel Janco entre otros-.

Al año siguiente, el artista Hugo Ball creó el Cabaret Voltaire, de donde nació la corriente dadaísta, que cuestionaba la realidad imperante. Es así que en ese Zurich de 1916 se origina el movimiento dadaísta, durante la I Guerra Mundial. Ese Zurich de oscuras callejuelas y ruidosos tugurios acogen a una nutrida flota de personajes irregulares: emigrados políticos, jóvenes renuentes a enrolarse por objeción de conciencia, agentes secretp, artistas, literatos, poetas exiliados. En el número 1 de la Spielgasse estaba situado el “Cabaret Voltaire” donde DADA se dio a conocer al mundo; enfrente, en el nº 12, vivían Lenin y Krupskaia. Por las tardes Lenin jugaba al ajedrez en la acera con Tzara, Arp y Schvitters. Por las noches, éstos y unos cuantos amigos más se entregaban en el “Cabaret Voltaire” a la rebelión espiritual, que poco después sacudiría el mundo entero, iniciada por el rumano Tzara contra una sociedad responsable de haber transformado a Europa en una inmensa carnicería.
DADA es el primer movimiento espiritual que encuentra su libertad en la práctica constante y deliberada de negarlo todo. La destrucción es la única acción purificadora. La plenitud del individuo se afirma, según los dadaístas a través de un estado de locura agresiva y completa contra el mundo. Derruir, desechar, barrer, limpiar, combatir contra todo y contra todos, incluso contra DADA, tal es el tema renovador que alienta en cada uno de estos manifiestos.
Los primeros textos dadaístas fueron: La Première Aventure céleste de Monsieur Antipyrine (“La primera aventura celestial del señor Antipirina”, 1916) y Vingt-cinq poèmes (“Veinticinco Poemas”, 1918), así como los manifiestos del movimiento: Sept manifestes Dada (“Siete manifiestos dadá”, 1924).
El enemigo cañoneaba sobre Zurich y Tzara llegó a la conclusión de que había que liberar también aquel libro gordo del diccionario, que era como un esclavo negro con tatuaje de idiomas. “.
Tristán Tzara estaba en el cabaret Voltaire, eses pequeño café, tratando de inventar el mundo o, al menos, de inventar el lenguaje. En este café fue donde Tzara inventó la manera de escribir el poema del dadaísmo mirando por las páginas amarillas de la guía de teléfonos. Tristán Tzara echaba todas las palabras del diccionario, un día sí y otro también, y luego auspiciaba el resultado mirando las palabras por el suelo. O sea, que empezó a escribir desordenadamente, con todo el cuidado que eso requiere para no recaer en el orden académico y aburrido, en un sentido común que ya no era posible tras el sinsentido de la guerra. Con aquellos manuscritos sugeridores y primitivos se fue a París y enseguida tuvo en torno a los vanguardistas franceses, que también andaban buscando un orden nuevo, o mejor un desorden, para las ideas, la poesía y la prosa. Es cuando empieza a sugerirse el surrealismo, como plenitud oscura y sagrada del peleador dadaísmo. Del mismo modo que Apollinaire había tenido escondida en su casa a la Gioconda, estos vanguardistas le pintaron bigotes a la famosa dama de Leonardo. Es evidente que las vanguardias querían hacer algo distinto con la Gioconda porque el Renacimiento les pesaba demasiado, era la catedral de la modernidad que no conseguía hundir ninguna guerra. El surrealista Picabia pinta “La Santa Virgen” mediante unos cuantos tachones en negro. Digamos que la Virgen y la Gioconda son las dos madres, en religioso y en laico, del mundo que estaba viniendo. Los vanguardistas no querían destruirlas, pero sí transformarlas en otra cosa. En París, cuna de artistas escribiría los manifiestos del dadaísmo, intervendría en coloquios intelectuales y se codearía con los artistas del momento. Por esa época entra en contacto con André Bretón, Louis Aragón, Philippe Soupault y Paul Éluard, el grupo de la revista Littérature, que poco después protagonizarían otro movimiento de vanguardia, el surrealismo, al que Tzara no se adhirió. Siguió a la cabeza de la estética DADA, la cual fue impregnándose de un tono más militante, a la par que crecía la implicación política de Tzara (en 1936 se afilió al Partido Comunista y durante la Segunda Guerra Mundial participó en la Resistencia francesa).
En París organizó, con sus compañeros de movimiento, espectáculos callejeros plenos de absurdismo para épater le bourgeois, “escandalizar a la burguesía”, y dio un poderoso impulso a la escena dadaísta
Hacia fines de 1929 se embarca en el recién inaugurado movimiento surrealista de André Bretón, Louis Aragon y otros autores; dedica grandes esfuerzos a intentar conciliar las doctrinas filosóficas nihilistas y sofisticadas del movimiento con su propia afiliación marxista.
Cuando André Bretón dijo que él era el padre del surrealismo, Tzara lo negó. Entretanto, conoció a la que se convertiría su mujer, la pintora sueca Greta Knutson, y se iría a vivir con ella al barrio parisino de Montmartre.
Participa activamente en el desarrollo de los métodos de escritura automática, entre ellos el collage y el cadáver exquisito. De esa época data su libro L’Homme approximatif (“El hombre aproximativo”, 1931).
Durante la II Guerra Mundial se incorporó a la resistencia francesa; tras obtener la ciudadanía en 1947, se afilió al Partido Comunista Francés. Su militancia se extendería hasta 1956, cuando, tras la invasión de Hungría por las tropas soviéticas para apagar la revuelta popular, se apartó del partido. Su obra de la época es característicamente compleja, aunque más convencional que en su juventud; en ella destacan Parler seul (“Hablar solo”, 1950) y La face intérieure (“El rostro interior”, 1953). Tras la experiencia de la guerra, la poesía de Tzara tomó un cariz más intimista y reflexivo (La huída, 1947; El rostro interior, 1954; La rosa y el perro, 1958), si bien conservó siempre la espontaneidad y arbitrariedad en el manejo de las palabras, creando imágenes ilógicas que se aproximan, en el producto final, al surrealismo, se separa de éste por su concepción originaria y por la fuerza y vitalidad que anima su expresión, que es expresión de una individualidad que se afirma en un universo poético autónomo.

Etapa surrealista

Eran los últimos días de la Guerra Europea y el mundo se preparaba para hacer algo con la paz que aún no había llegado. El dadaísmo es algo así como la prehistoria o la primera floración de setas en lo que luego sería el surrealismo. La época del surrealismo comenzó para el artista en 1929. Después de cinco años de silencio, logró reconciliarse con Bretón y el género. Durante los 10 años siguientes, el artista se convirtió en un gran coleccionista, en tanto que amigos como Joan Miró o Pablo Picasso, ilustraban sus libros. Confraternizados dadaístas y surrealistas, presentan una nómina en la que están Tzara, Picabia, Aragón, Soupault, Bretón y otros componentes de la primera hora. Por entonces, Soupault era uno de los genios más evidentes de la revolución literaria, y llega a escribir hallazgos como éste: “Un sobre desgarrado agranda mi cuarto”. Tienen un lema colectivo que les ayuda mucho: “Después de nosotros, la blenorragia”. A Tzara le escriben esto por las tapias: “Tzara, loco virgen”. A esta pintada anónima añadiría Picabia: “Tristán Tzara es un idiota virgen”. En el acervo que nos han dejado hay milagros como éste: “Toda comparación poética debe ser concisa como la declaración de amor de un rey”. Han inventado ya las lágrimas de níquel y aquello de que la idiotez es el saturnismo de los matemáticos. O esto otro más festivo: “La cola del diablo es una bicicleta”. Así, “las más magníficas puertas son aquellas detrás de las que se dice abrid en nombre de la ley”. Bastardos del pasado, no descartan a Descartes y explican “no quiero saber siquiera si ha habido hombres antes de mí”. Pero el surrealismo tuvo más fascinación aglutinadora que DADA y, por otra parte, aquello empezaba a ser comercial. Fue un teórico radical, poeta y rumano. No es fácil explicar a Tzara; fue un hombre de mundo y de las artes que premió el caos frente al orden, para romper todos los moldes Es decir, mantuvo posiciones contrarias a la utilización de la estética por los distintos poderes, no produjo objetos utilizables en el mercado del arte, y era un extranjero en la Francia de las entreguerras. No se trata de una “escritura automática” tal como proponía André Bretón, sino de una técnica textual que reelabora discursos preexistentes, introduciendo en la cadena de la frase distorsiones, y sobre todo sustituyendo adjetivos o sustantivos. La eliminación de las mayúsculas y de todos los signos de puntuación completa el efecto de extrañeza y sorpresa. Tristán Tzara pasea solitario por París pensando en volverse a su Zurich provinciano y pinariego. A decir verdad Tzara era un rumano creativo que tenía una gran casa en París. Va a escribir un libro de mil páginas. Su mujer es una delgada y bien dibujada sueca. Tienen un niño, pero naturalmente no lo enseñan jamás. Declarado antifascista, llegó a formar parte de la Asociación de escritores y artistas revolucionarios en 1935, y fue en el mismo año cuando decidió dejar de formar parte del grupo de los surrealistas. Durante el periodo de entreguerras estuvo muy ligado a España. La Guerra Civil le causó un fuerte impacto. Pisó territorio español hasta en tres ocasiones para hablar en coloquios al lado de los republicanos y la muerte de Federico García Lorca le desoló de tal manera que le dedicó varios poemas..
“En los últimos años, cuando volvió a Paris, consiguió la nacionalidad y se adhirió al Partido Comunista, aunque rompería con él por no estar de acuerdo con la represión soviética en Budapest”, explican sus críticos.
El dadaísmo es el primer esnobismo de postguerra, pues Tzara era rico, brillante y snob. Tzara tiene una frase de despedida definitiva de la literatura y de la gente: “Vuestra enfermedad es un libro”. De entre las obras en prosa de Tristán Tzara merecen destacarse El hombre aproximativo (1931), Donde beben los lobos (1933) y los ensayos Siete manifiestos dadá (1924) y El surrealismo y la posguerra (1947). Murió en diciembre de 1963 en París, y fue enterrado en el cementerio de Montparnasse.

Su obra:

MANIFIESTO DADA DE 1918
Yo escribo un manifiesto y no quiero nada, digo sin embargo ciertas cosas y estoy por principio contra los manifiestos, como también estoy contra los principios (decilitros para el valor moral de toda frase —-demasiada comodidad; la aproximación fue inventada por los impresionistas). — Yo escribo este manifiesto para mostrar que pueden ejecutarse juntas las acciones opuestas, en una sola y fresca respiración, yo estoy en contra de la acción; a favor de la continua contradicción, y también de la afirmación, no estoy ni a favor ni en contra y no lo explico porque odio el sentido común.
La obra de arte no debe de ser la belleza en sí misma, o está muerta; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, regocijar o maltratar a la individualidades sirviéndoles pasteles de las aureolas santas o los sudores de una carrera arqueada a través de las atmósferas, Una obra de arte jamás es bella, por decreto, objetivamente, para todos. La crítica es por lo tanto inútil, no existe más que subjetivamente, para cada uno y sin el menor carácter de generalidad.
El arte no tiene la importancia que nosotros, centuriones de la mente, le prodigamos desde hace siglos. El arte no aflige a nadie y aquellos que sepan interesarse por el recibirán caricias y una buena ocasión para poblar el país de su conversación. El arte es algo privado, el artista lo hace para sí mismo; la obra comprensible es producto de periodista, y pues que se me antoja en este momento mezclar a ese monstruo con colores de aceites: tubo de papel que imita metal que uno aprieta y automáticamente vierte odio, cobardía, villanía. El artista, el poeta se regocija del veneno de la masa condensada en un jefe de sección de esta industria, es feliz cuando se lo injuria: prueba de su inmutabilidad. El autor, el artista alabado por los periódicos, comprueba la comprensión de su obra: miserable forro de un abrigo con utilidad pública; andrajos que cubren la brutalidad, meados colaborando al calor de un animal que cobija bajos instintos. Fofa e insípida carne que se multiplica con la ayuda de los microbios tipográficos.
Conócete es una utopía, pero más aceptable pues hay un contenido de maldad en ella. Ninguna piedad. Luego de la matanza nos queda la esperanza de una humanidad pacificada. Y hablo todo el tiempo de mí, puesto que no quiero convencer, no tengo derecho a arrastrar a otros a mi corriente, no obligo a nadie a seguirme y todo el mundo hace su arte a su manera, si es que conoce la alegría que sube en flechas hacia las capas astrales, o aquella que desciende a las minas de flores de cadáveres y espasmos fértiles. Estalactitas: buscarlas por doquier, en los pesebres agrandados por el dolor, en los ojos blancos como liebres de los ángeles. Así nació DADA de una necesidad de independencia, de desconfianza para la comunidad. Aquellos que nos pertenecen conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Estamos hartos de las academias cubistas y futuristas: laboratorios de ideas formales. ¿Es que se hace arte para ganar dinero y acaricias a los gentiles burgueses?
Yo se lo digo: no hay comienzo y nosotros no temblamos, no somos sentimentales. Nosotros desgarramos, viento furioso, la ropa de las nubes y las plegarias, y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la descomposición. Preparemos la supresión del duelo y reemplacemos las lágrimas con sirenas tendidas de un continente a otro. Pabellones de júbilo intenso y viudos de la tristeza de la ponzoña. DADA es la insignia de la abstracción; la publicidad y los negocios también son elementos poéticos.

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