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ARTÍCULO / POR: Guillermo Fernández Álvarez

El placer frente a la muerte

El placer frente a la muerte El nuevo libro de relatos “Tiempo entre vivos” del poeta y narrador Víctor Hugo Fernández nos ofrece una lectura de las formas de la muerte, siempre presente en medio de la cotidianeidad que nos asiste Por: Guillermo Fernández Álvarez

Víctor Hugo Fernández (1955) es autor de una literatura visceral. Tanto sus poemas como sus relatos se adentran en el desamparo de la vida moderna. Ese sentido de aislamiento que se trata de mejorar con múltiples fantasías. Su importante poemario, La vida que no estaba (2022), editado en versión bilingüe, explora una soledad culposa, irredimible, en un mundo que ya no da el rostro, o que ha perdido el rostro.

Su último libro de relatos, Tiempo entre vivos, podemos concebirlo como una sola historia con estancias que demarcan la escenografía de una contemporaneidad insólita que todos conocemos, pero que se ha hecho costumbre. En este sentido, el autor solo se apresta a enseñarnos lo que ya conocíamos, hundiendo un poco más sus fauces, como un insoportable sabueso, en las profundidades de los miedos enterrados. 

El libro nos abre el recorrido con “Romance en el río”, la antípoda de eros, una evocación macabra del amor que empieza bien, pujante, como el agua cristalina y que es sorprendido por los desmanes de esa suerte de contraparte que vela en la sombra. Si lo quisiéramos abordar como un pasaje realista, nos desbordará tanto realismo, tanto énfasis en la realidad cruda. En todo caso, es cierto que algunos romances, no todos por supuesto, puedan tener ese desenlace y que en el trasfondo de estos sea inevitablemente efímera la lírica y larga y desconsiderada la presencia de la fiera.

“Duermevela” es el siguiente episodio. Se trata de la eterna noche del escritor que lucha contra sus propias impotencias. La tonalidad es psicológica, la reflexión en torno al obstáculo deviene trampa mortal. En muchas de esas líneas se verán reflejados los que intentan ingresar al campo de las letras. Tiene como objetivo plantear que el oficio es una cuestión de vida o muerte y que no se trata solo de una afición, como podrían pensar los despistados. “Amores fugaces” es uno de los temas recurrentes de Fernández en torno al amor de oportunidad, ese que de pronto ingresó a la vida moderna como moda. Lo metódico y sistemático suplanta el viejo encuentro espontáneo. Hay asepsia y distancia. Y después olvido, necesidad de alejarse de un modo clínico. El deseo convertido en una experiencia clínica consume al narrador ante la exasperante vacuidad que encuentra en una compañía que solo es una adherencia robótica.

Con el “El cirujano y el carnicero”, Fernández explora ese realismo visceral que le conocimos en unos de los relatos mejor escritos en este país, titulo por el autor “Me llaman Minaya”, donde conjuga una serie de hechos de la antigua Penitenciaría Central (Peni). La historia ha aparecido en medios internacionales y está desprovista de enigma. Fernández solo le añade sus propios ingredientes con un estilo periodístico: “El carnicero de Madrid, un joven chef de noble cuna, descendiente de destacados histriones, tan bello, misterioso y seductor, como Tadzio el fantasma humanizado que habita en Muerte en Venecia. Plantea el relato la fatalidad de la seducción, es decir, el artilugio por medio del cual puede esperar, paciente, un destripador. Esta temática, de modo general, resume los intereses de Fernández en cuanto a que el más invitador afrodisíaco esconde un ardid. Si algunos encuentros amorosos llevan a la miseria de la soledad urbana, otros conducen, de manera inevitable a la sed de los monstruos, muchos de los cuales, sabemos, simulan vasta normalidad. En ese caso, el cirujano, experto en cambiar el aspecto de los necesitados de nueva belleza, se deja llevar por la mampostería y no advierte que ese espejo mismo del que vive es su propio señuelo.

En “Margherita”, nos enfrentamos a un signo pandémico que no es el covid-19, sino la oportunidad de salir airoso de los negocios clandestinos, muchos de ellos colmados de promesas. Lo que hace Fernández es narrar un acontecimiento de las decenas que ocurren a nuestro alrededor: “Muchos hijos de sus amigas y vecinos desaparecían como consecuencia de esta vida violenta y descontrolada que se había apoderado de la zona. Ella sospechaba de las actividades de su marido, pero había preferido hacer lo de los avestruces cuando huelen problemas y enterraba la cabeza en un agujero para fingir no darse cuenta”. Y como los avestruces funciona a veces todo un país para no imaginar todo lo que ha perdido, como ocurre con el nuestro, donde el ciudadano no pierde una noticia de fútbol, pero ya omite de modo presuroso las estadísticas del Poder Judicial.

Representa “La sanadora” una historia extensa que recrea el propósito de Las puertas de la percepción de Aldous Huxley. Parece ser un homenaje a quien evidenciara la posibilidad de que el mundo tuviera más nexos con lo imposible y concediera la llave espontánea de liberar los traumas personales y los límites de los sentidos. El autor inspecciona un grupo social que advirtió, quizás, otra manera de convivir con los espíritus de la naturaleza y de escuchar sus lenguajes mediante ritos conservados por pocos. En el último momento, la vieja sanadora tomará la decisión de que su muerte siga siendo mágica mediante las ceremonias que aprendió y realizó en su propio pueblo: “Durante mi vida, las veces que consumí ácido lisérgico fue siempre en compañía de tu abuelo, el oköm, quien siempre estuvo allí para guiarme y ayudarme a regresar de la mejor manera. Esta sería la primera vez que lo haría en su ausencia y lo hago de esa manera porque voy en su búsqueda”.

En términos generales, Tiempo entre vivos revela un grupo de historias donde se intercala el fantasma desolado de la muerte. Mientras haya tiempo hay prisión, parece sugerir el autor. Incluso la consigna de descansar sin significado está vacía, como la inesperada decisión del pensionado en “Un mal día”.

En este sentido, el autor delata, más que presenta, un mundo agitado y sin perspectiva que ha dejado de seducir del modo en que casi siempre quisiéramos o que tal vez conocimos, y que se ha vuelto inexplicablemente inhabitable, a pesar de las apariencias y por lo cual, también, la búsqueda de placer se ha vuelto tan urgente y hueca.

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Luis Guillermo Fernández Álvarez

(San José, Costa Rica, 14 de diciembre de 1962), más conocido como Guillermo Fernández, es un escritor, poeta y cuentista costarricense, considerado como uno de los escritores contemporáneos más importantes de la última década. Actualmente se desempeña como profesor universitario de la Universidad Nacional de Costa Rica.

Guillermo Fernández Se considera a sí mismo un investigador ficcional, alguien que no solo interpreta literariamente la vida cuando escribe o publica, sino en cada momento de su existencia, cuando sabe que observar intensamente es existir. Mientras haya admiración, el apagamiento definitivo se suspende. Una sociedad sin asombro es un mausoleo. Sus temáticas son múltiples. Indaga en el enigma del mal, de la muerte, del poder fantasmagórico de la memoria, intenta darles otro rostro a hechos históricos que se dan por sentados, sus personajes se hacen preguntas, como filósofos sin porvenir en la vera del tiempo, pues solo las preguntas encienden un cerillo en la oscuridad.

Actualmente, prepara algunas novelas y cuentos. Imparte lecciones en una universidad y comparte con pocos amigos las inquietudes enigmáticas.


Carrera como escritor

El autor cuenta con un historial literario de gran aporte a la educación costarricense. Como tal, cuatro de sus obras están recomendadas, a la fecha, por el Ministerio de Educación Pública (MEP): «Efecto invernadero», «Hagamos un ángel», «Babelia» y «Tu nombre será borrado del mundo».

Guillermo Fernández es un autor en su etapa de madurez, que ha llegado a comprender la literatura como expresión y como vehículo de un plan vital. Pertenece a ese grupo de escritores para quienes la alternativa es «o escribo o me muero». Dentro de su trayectoria como novelista, poeta y escritor en general, se encuentran diversas obras posmodernas con fuertes temáticas sociales, psicológicas y filosóficas, explorando desde lo utópico hasta lo distópico.

«Babelia», su primera novela, 2006

La primera novela escrita por Guillermo Fernández fue «Babelia», la cual publicó recién en 2006. La novela ha sido denominada por algunos críticos como una novela de «espacio», donde el narrador omnisciente conduce las acciones dentro de un doble espacio: el físico que utiliza el mall y el pueblo de Desamparados, y el psicológico que describe un mundo lleno de inseguridad, de intranquilidad y de enfrentamiento del sujeto con el mundo exterior producto del consumismo.

«Nebulosa.com», 2007

«Nebulosa.com» fue la segunda novela escrita por Guillermo Fernández, publicada en 2007 y caracterizada por ser una novela polifónica y paradigmática. Semeja un arco iris de voces que desde diferentes perspectivas e historias van dibujando ese caleidoscopio social que nos corresponde sufrir bajo esa programación casi permanente que las trasnacionales y capitalistas del mundo globalizado se han esmerado en crear para sus propios intereses económicos. Dicha obra se caracteriza también por no contar del todo con un narrador, sino con los personajes como únicas voces que el lector escucha.

«Ojos de muertos», 2012

Cinco años después, en 2012, Guillermo Fernández lanza su tercera novela titulada «Ojos de muertos», la cual se estructura como una novela policíaca que ha cobrado beligerancia en las letras nacionales durante esos últimos años. El relato sumerge al lector como el principal investigador, pero no de la captura de algún criminal, sino de los indicios textuales, semánticos, voces, frases y visiones desimanadas por todo el texto, para que le permitan descubrir finalmente la polisemia enmarañada de la novela.

«Tu nombre será borrado del mundo», 2013

Para el año 2013, Guillermo Fernández hace público su libro «Tu nombre será borrado del mundo», el cual lo hace acreedor del premio Aquileo J. Echeverría de Literatura en Cuento apenas un año después. El mismo consiste en una propuesta magistral de ocho relatos que abordan distintos dilemas axiológicos del ser humano.

El libro aborda las cavilaciones humanas, sus reflexiones internas y filosóficas ante el mundo, nos presenta con el recurso de la ironía gestualidades humanas de personajes-espejos. Hace evidente la decadencia humana de la modernidad, su desesperanza e indiferencia ante mundos nuevos, ante la muerte, el amor, la amistad, el crimen. Cada personaje refleja su decadencia, enfrentado con el otro en el que se ve reflejado. Los personajes intentan reflexionar, pero caen en el abatimiento, no logran salir de su mutismo, no alcanzan la transformación por más que son conscientes de su decadencia. Desde el punto de vista de los temas se mezcla lo fantástico con lo realista, pero coinciden en la exploración psicológica de la condición contradictoria de los seres humanos.

«Te busco en las tinieblas», 2015

«Te busco en las tinieblas» es una de las obras más crudas y desgarradoras del autor Guillermo Fernández. Se trata de un proyecto estético y filosófico lanzado en 2015, donde evidencia cómo la muerte produce un límite más allá del cual solo existen las tinieblas, pero eso no quiere decir que las tinieblas no contaminen la vida: al contrario, eso es precisamente lo que ocurre. La vida se tiñe de tinieblas cuando la muerte aparece en el horizonte.

Los discursos que sostienen los personas son sólidos y creíbles, y la ideología imperante en sus palabras y las réplicas entre sí son dignas de una mirada atenta porque conducen a la reflexión casi involuntaria.

La obra profundiza en el dolor de perder a un ser querido y deja un final abierto en donde el lector es quien toma la decisión de lo que ocurre con el padre después de las tinieblas. Debido a su relato, esta obra es considerada como uno de los más grandes aciertos literarios del autor. “Aunque la vida no tenga sentido, el arte se esfuerza por encontrarle alguno”.

«Hojas de ceniza», 2017

Entre los poemarios más importantes de Guillermo Fernández se encuentra «Hojas de ceniza», de 2017, cuyo contexto filosófico y emocional mantiene la crudeza de algunos de sus títulos previos, pero con figuras literarias que desencaminan los versos de lo esperado, sino más bien crean un entorno donde el lector se familiariza con lo que lee y siente cada palabra como una alerta en el pecho. Todo el libro busca responder a esa pregunta fundamental sobre qué formas de vida podrán crecer en esa tierra de ausencia.

Los poemas de este libro son pequeñas joyas hechas de barro y de luz que recuperan “lo único que no puede destruir tanta insidia”, “un camino abierto que nos conduce a lo que nunca se nos pudo arrebatar”. Hojas que perviven en el viento más frío, raíces aferradas en pétreos escombros que, sin embargo, sostienen la vida, llenándola de fuerza y de ternura.

Por la hondura de su tema y la eficacia en el tratamiento formal Hojas de ceniza marca un hito en la producción poética costarricense. Nos enseña que la poesía sirve para nombrar lo indecible. Y que lo puede hacer con dignidad y belleza al mismo tiempo.10​

«Camino de estelas», 2018

«El ojo del mundo», 2019

Para el año 2019, Guillermo Fernández publica «El ojo del mundo», una obra donde el autor no solamente se nos revela como un estilista, al construir un universo narrativo preciso, justo, bien estructurado, cuidadosamente adornado por el buen gusto y la parquedad, sino que además propone escenarios que, aunque novedosos, no descuidan los viejos temas que han preocupado al hombre: el éxito, la verdad, el gesto humanitario, la necesidad de encontrar siempre a un culpable, la indispensable obsesión de la condena, el sentido de la superioridad, la importancia de los redentores frente a su posible irrelevancia.

Este título de Guillermo Fernández es una novela sobria y bien escrita sobre un tema profundo y metafísico, que en su fluidez narrativa siembra dudas e interrogantes a través del universo que construye, donde la trama en sí misma deja de ser importante y son los personajes con sus sospechas, sus ansiedades, su parte del mundo ajeno a ellos que desconocen los que los convierte en relevantes. Surge a partir de una extraordinaria, polémica y perturbadora fotografía que alcanza un premio harto reconocido y apetecido por miles: un buitre acecha y mira con desparpajo mientras espera la segura muerte de un niño famélico en un campo de refugiados de Sudán. Kevin Carter viajó al lugar y estuvo alrededor de una semana al sur del país para captar el encuadre en el que el ave y el niño nos cuentan una pavorosa historia sobre la hambruna y la depredación en África. “El hombre que ajusta su lente para tomar el encuadre correcto del sufrimiento podría ser un depredador, otro buitre en la escena”.

En este sentido, «El ojo del mundo» es una excelente novela de personajes, que muestra la flexibilidad que poseen estos personajes para moverse en diferentes escenarios y cómo el escenario de la guerra y la destrucción de una sociedad transicional, se convierte en la mejor metáfora para describir lo que ocurre en el ojo del mundo: la calma infinita que existe en el corazón mismo de una guerra, la transformación que se da, frente a lo que creemos ver, contrastado con lo que realmente se muestra y no podemos atrapar en su confusa totalidad.

«El país de la última tarde», 2021

«Los misterios del universo», 2022

Entre sus últimas obras se encuentra «Los misterios del universo», publicada en 2022. Se trata de un libro de siete cuentos que parecieran estar conectados y que rompen con la localidad. Nos presenta una obra exportable, de esas que no entrarían en conflictos trasfronterizos porque pueden ser leídos lo mismo en Europa o Sudamérica. La universalidad, el dominio del espacio y el dominio exquisito de la técnica narrativa aparecen claramente explícitos de principio a fin.

Considerado como un hito en nuestra narrativa, con una temática universal cargada de sensibles valores filosóficos, «Los misterios del universo» no ofrece soluciones, solo presenta situaciones, por lo que el lector es exigido a participar del proceso activo de la lectura si desea llegar a conclusiones o formularse hipótesis sobre la naturaleza de los acontecimientos que ocurren frente a sus ojos en el discurso narrativo.

El libro combina la intriga, el misterio y la conjetura, creando tensión y curiosidad sobre el desarrollo de las historias con lo cual nuestro autor alcanza un gran nivel de madurez, al convertirse en un exquisito contador de historias.

«El vigilante en el espejo», 2024

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