Noches de poesía.
Segunda lectura en el marco de VibrArte 

Giro a la Izquierda

Tendí mi depre al son de novísimas
                                         /estrellas
y sin pensarlo
rumbeé dos veces por el mismo bar.

A deshora, todas las puertas están
                                     /cerradas. 

¡Hey camarada!
Otra copa para el zarpe de mi sombra
                                              /que se va.

Que se ha cansado —dice— de tanto
                                                  /suelo
y de gastarse las medias
con el propio zapato de Vallejo.

Si mal no recuerdo te mal recuerdo:
Octubre y yo nos entendemos.

Y ya no escucharé tu voz
encinta que paría:
me debes veintisiete años,
un día de sol y un viaje en autopista.

Porque si no eres ¿en qué te empeñas?

¿Verdad que ya te ibas?
Ya es hora de que te vayas.

Y nos fuimos.
Tendiendo al son de novísimas estrellas.

Y como a un cristo silente nos condujo:
Giro a la izquierda.

Angélica Murillo

día 1

abandonado en una isla desierta
sin comida ni agua
solo unos cuantos monos fisgones
y marilyn monroe…
y sobreviene la noche

día 2

abandonado en una isla desierta
con marilyn monroe
agua de pipa y carne
de mono asada…
cuando aparece un barco

día 3

abandonado en una isla desierta
superpoblada de fantasmas
y sueños diurnos — manhattan
se desprende remolcada
por el ferry

Esteban Ureña

CAYENDO DE NUEVO

Con los ojos vendados
Ella vestida de negro y yo voy cayendo
A lo más profundo de sus pupilas
Por el hueco del ascensor voy cayendo
Entre leotardos alineados
Voy cayendo
Como las moscas muertas en el tragaluz
Rayuela a rayuela
Sobre las esparcidas rutas del tranvía
Voy cayendo liviano
Hacia los guantes que chorrean
En un alambre
Trazando parábolas
Alrededor del embudo oscuro
Como la avalancha que aplasta el cabús
Cuando entra al túnel
Voy cayendo solitario
Entre paredes de estaño
Hacia las tachuelas de los senos giratorios
Al caer en las cobijas de musgo
Tendidas en las fracturas de cal
Cuando fluyen miradas de eclipse
Y el pedal de la sierra mecánica
bebe el tiempo del reloj arenoso
Yo voy cayendo
Sobre carretas de vendedores de lotos
Y violetas de ultramar
Para encender la lámpara humeante
y mirar las aristas iluminadas
Del pavo real albino
Con los ojos vendados

Patrick Cotter

LINDA LEE

Cherkovski tal vez tenga razón:
Linda zanganea por la vida
sin Hank.

No vive,
pinta poemas en los lienzos,
rastrea palabras en el fondo de las botellas,
se acomoda la nariz
como si se tratara de un corazón.

Le bailó,
puso su cabeza en un pedestal.

Sin saberlo
le autografió una mortaja en blanco.

Rebeca Bolaños