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Poesía / Dominicana

Poesía

Marianela Medrano es una poeta comprometida con el ser humano y con el entorno que afecta e influye en este. Su poética se alimenta de cuestionamientos e interrogantes, que le dan las herramientas para construir saberes que emanan de su experiencia de mujer exiliada y de su necesidad de conocimiento mediante el estudio y la investigación. Su vivencia diaspórica se objetiva en su palabra, en la búsqueda de un hogar que habita la esencia del ser y que arroja luz en las complejidades de la identidad y de la vida misma en un mundo – interior y exterior – en constante movimiento. ¿Estamos condenados al desarraigo en nuestra condición de sujetos migrantes? Para Marianela esta pregunta encuentra respuesta en la trashumancia del ser, desde sus propios presupuestos. Somos trashumantes en nuestra condición humana. No se trata únicamente de desplazamientos geográficos, sino de nuestras subjetividades. Somos sujetos migrantes a partir de nuestra naturaleza tripartita: cuerpo, mente y espíritu. Asimismo, hay en su poética una erotización, esto es, una fuerza femenina avasalladora que aboga por la necesidad de entrar en conexión con los otros, de explorar todos los mundos posibles a través de la palabra y de la construcción de relaciones significativas con el entorno que habitamos y que nos habita. El hogar es la morada que somos cada uno de nosotros, es la capacidad de reconocer y ejercer la humanidad en los demás y el tino de encontrar nuestro lugar en un mundo marcado por la violencia, la injusticia y la opresión.

Juana M. Ramos

 

Topografía

Hay un espacio donde
la casa se convierte en hogar.
Alguna vez me encontré allí.

Ahora, vuelta una infanta, escuálida,
con huesos que asustan,
deambulo entre cuartos vacíos.

Ha de haber otra manera,
otro modo de llegar a ese ser
que asesiné sin darme cuenta
o quizá ha sido con alevosía
y premeditación que me he destajado
para convertirme en esta casa yerma
que deambula muda y sin nombre.

En esta topografía,
con palabras incomprensibles,
                       /a la vez certeras,
como una terrible verdad
que hace eco en el silencio
                        /inatrapable,
sigo buscando el hogar.

 

A La Casa

De haber sabido
        /que te estabas construyendo,
te hubiera traído las arenas
                              /de todos los mares.
De haber estado aquí,
                          /hubiera sido hermoso
penetrarme como clavo en tus maderos.
Tal vez hacerme puerta
                         /de una vez y por todas.
Ahora, sólo me queda
pasearme por tus corredores descalza
haciéndote el amor y
cosquilleándote con el dedo gordo.

Creo que te hubiera pintado conchas
en los laterales y te hubiera hecho un
balcón con flores lilas, colgando como
amantes tiernos que aún no saben besar,
pero que ondean sus labios abiertos
                                            / e incitadores.

Ahora, sólo me queda acomodarme en ti,
aprenderte a tientas;
lavarte los dolores que dejaron atrás
                                     /los que se fueron,
quemar incienso
             /y desearte cuando estoy lejos;
llenarme la boca de espuma y traértela
al regreso de mis viajes.
Hacerme liviana dejándote mis palabras
sobre la mesa antes de irme al trabajo.
Terminar la nota diciendo
espérame, ya vuelvo.
Al regreso, vamos a escribir
                       /un poco más que ayer,
y decírtelo cada día,
eternamente.


Kintsugi *

Te resbalas. Yo me rompo.
Nos caemos del marco,
partidos por el resentimiento.

El tiempo parpadea
como las luces de una ambulancia
           /que transporta moribundos.
Te llevo entre mis dientes
como una gata lleva a su bebé.
Tengo cuidado de no romper tus huesos.
Me ato a ellos como tú a los míos.

Nunca prometí perfección.
                          /Somos nosotros, cariño,
en un hotel, soplando aire sobre sushi
                                               /congelado.
Probé el mundo en tu cuerpo,
en mi tristeza derramo
/tus sabores sobre el dolor.

Dijiste algo sobre el último
                                  /aliento bendecido.
Me tomó años luz escucharlo.
Soy vieja ahora. He aprendido mucho,
como esta forma
                  /de tatuarte en mí como arte.

Al final, todo es diferente
                                    /y es lo mismo.
La forma en que me elevo cuando me tocas.
La forma en que mis axilas huelen a ti,
y la forma en que mi cabello se riza
                                       /alrededor del tuyo.

La reparación lleva años luz, mi amor.
Trazo líneas doradas y curvas
                          /sobre nuestras cicatrices.
Un día nos mostraré con orgullo,
nuestras mil piezas vueltas un todo.
Nosotros volviendo a crecer
                        /en la belleza que somos.

 

Retiros de silencio

Mi hermano casi muere.
Desde entonces ha aprendido
lo que me cuesta esfuerzo entender.

Saludó a la chica
                     /del otro lado de la calle.
En un gesto ordinario que se agitaba,
separando el momento entre antes
y después.
En el segmento dividido de ese segundo,
un motociclista borracho lo inmovilizó
                       /en el puente de la agonía.
Permaneció en coma por meses.
Una masa hinchada arqueando y cayendo,
ojos cerrados
                    /contra la pantalla de sangre.

En el otro lado de la historia,
me senté en mi cojín,
                       /con las piernas cruzadas,
siguiendo el ascenso y la caída
/de mi propio aliento,
liberándose de las granizadas del luto.

Él no ha hablado desde entonces.
Yo vuelvo al cojín,
              /para penetrar al silencio,
tan diferente al que se ha tragado
                                                 /su voz,
no el ruido de su risa.
Habiendo perdido la mía,
busco refugio en su mano
                       /agitándose por siempre.
Me digo que está bien
acceder al mismo lugar
                        /por diferentes puertas.

 

Ser nombrado

Puede ser cierto que no podemos
                                       /encontrarnos
hasta no ser nombrados
pero incluso después de que el nombre
se acuesta con nosotros
aún podríamos estar desnudos.
Puede suceder que un par de ojos
caigan sobre nosotros con fuerza
en una fracción de segundo
podemos encontrar un lugar
                               / nunca antes visto
un lugar en nosotros que no puede ser
                           /cubierto por palabras.

Una vez vi a un niño en Delhi
                                   /llevar mi nombre
sobre su cuerpo desnudo
sus pequeñas manos presionando
                                             /el hambre
en la ventana del taxi.
Al momento en que yo tomaba una foto
                             /con mi teléfono móvil
el conductor le pegó en la cara.
¿Cuál es su nombre señora?
                         /–preguntó el conductor
auto-asegurando su acción.
Sintiéndome estúpida, muda,
                                     /no pude decirlo
no supe cómo nombrarme.

5 textos de Marianela Medrano / Selección de Juana m. Ramos …El tiempo parpadea como las luces de una ambulancia que transporta moribundos…
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Marianela Medrano

Se identifica como dominicana, Afro-Taína. Ha publicado poesía, narrativa y ensayos. Tiene un doctorado en psicología y es instructora de Mindfulness. Ama la tierra y está comprometida con el cuidado del pluriverso. En el 2023 recibió una beca de la Fundación Familia Bess para estudiar los cambios antropogénicos en el medio ambiente, y los esfuerzos de sobrevivencia entre especies. También estudia el trauma / luto históricos y sus consecuencias intergeneracionales.

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