Artículo / Por Noé Lima
LOS LITORALES DE AMÉRICO OCHOA
LOS LITORALES DE AMÉRICO OCHOA
«A la orilla del mar oye a los pájaros sombreados de vocales».
Dylan Thomas.
Ha llovido esta tarde en mi ciudad. El cielo es un abstracto murmullo gris, un hueco corazón que aletea como un plumero con cada relámpago sobre los tejados.
Ahuachapán, como es costumbre, después de la lluvia se perfuma de petricor, duerme como un madero en el corazón de los parques, en el bostezo del bosque Imposible; pero que con los últimos destellos del sol, en cada charco, busca lo que pudo ser su sombra, como si cada trozo de cielo quebradizo chocara y se fundiera con esa tosca luz que deja por momentos la neblina.
Llovió fuerte, como una metáfora tratando de desnudar al tiempo mientras, yo también, deshilaba la naturaleza imaginaria del poeta salvadoreño, y nacionalizado costarricense, Américo Ochoa.
En su más reciente libro, «La región del madero», publicado en Ediciones Pez Soluble, nos conduce a sus diferentes litorales, sus particulares formas de observar, de entornar los ojos para crear metáforas singulares y dialogar con sus espejos metafóricos en cada uno de sus poemas que, por momentos, son oraciones, haciéndolo como personal credo y comunicación con un ser superior que le guía en estas aguas donde, los maderos como almas muertas, además, son sus brazos, piernas y todo su ser vibrando como en una constante alabanza.
La primera ley, debería ser, entre los poetas, el poder observar perfectamente su mundo; aunque, casi siempre esa cotidianidad tenga visos, inabarcables lenguajes, como este esfuerzo de contarnos su visionada naturaleza con diálogos que nos narran su experiencia de vida.
Poder observar los «hechos recurrentes», como sugería Carlos Bousuño, al analizar a los grandiosos del 27, para demarcar ese pequeño espacio que cada uno posee. El mundo de cada poeta puede ser del tamaño que él pueda crear mediante su singularidad expresiva.
Los «seres elementales» de este poeta salvadoreño van tomados de la mano uno a uno para construir un núcleo entre poesía y naturaleza, entre su visón personal de su mundo y la del lector que, muy posiblemente, como me sucedió a mí, se identifique.
Este libro es una interpretación de vida, una simbiosis entre las palabras con la naturaleza viva y muerta, por que cada vate posee, y siempre lo afirmaré, ciertos hechos vitales que convierte su trabajo en único manifiesto de su tiempo o de su interpretación del cosmos como poeta, un viento materializado en hueso y barro, en planos vitales:
«Ahí
en los troncos del madero
el viento es ocarina
trueno y agua».
Por momentos, y durante ese viaje como lector, nos encontramos con esos «seres elementales» que se trastocan, se contraponen para darnos una visión diferente de la naturaleza.
El sol como lienzo, metáfora clara y visual de esa particular forma de llevarnos a su lenguaje personal:
«La laguna refleja el gran papelote rojo que la tarde encumbra».
«En alabanza de hojas amarillas del almendro
la paloma audaz de la luz que se avecina
las convierte en talismán del día».
El libro está dividido en cuatro partes:
La región de la flor dorada, Región del tañido caracol, Región de humo y Rotaciones, como unidad del mundo cotidiano que trata de mostrarnos, con cada uno de sus artificios, esa «desnuda naturaleza» que «el agua dulce tañe», nos tienta a viajar en esos maderos. El poeta posee un ansia de unirse con la materia, reconocerse a través de ella, tener esa «temporal convivencia» que eterniza en este poemario.
Hay poemas en este libro que pueden leerse como en cámara lenta, por la minuciosidad del carácter descriptivo del mismo trazando la instantaneidad en un artefacto de futuro porque, posiblemente, lo único que nos quede de este mundo será lo que otros describieron, los bosques, los mares, esos litorales de los que habla Américo:
«Bocanadas suaves para árboles y peces caricia a los respiros del jaguar»
«A lomo de lechuza silba
sobre el bosque y los aleros
hasta el rocío y los derroches de la luna.
En la parte final del libro, en sus llamadas Rotaciones, Américo Ochoa, nos lleva a sus recuerdos, sus vivencias, a la unidad de su mundo donde el poeta se dispone a cantar sobre el equilibrio del trompo, sus vivencias en las «rutas de lo humano», sobre su ángelus que suma presagios de agua donde siempre nos asombra con una imagen contundente
«El día cae con el tizón humeante del último
[fogonazo escarlata de la tarde»
«Al fondo alguien descubre una tumba vieja
los huesos son el barro el pasto y el bahareque
brocal de pozo piedra de altar y alabanza por las estelas
[de lo enterrado».
El madero de Américo Ochoa flota en los retumbos de este litoral cargado de imágenes, de oropéndolas brillantes y veredas sinuosas, dejemos que ese «eco verde de sonajas y tambores» nos lleve hasta tierra firme.
Noé Lima, desde algún lugar de los ausoles.
Noé lima
(El Salvador, 1971). Poeta y artista plástico. Fue miembro fundador y director del grupo literario Tecpán, de la Universidad Dr. José Matías Delgado. Fue miembro del equipo coordinador del «suplemento cultural Altazor», del diario El Mundo, de El Salvador. Algunos de sus libros son Efecto residual (Ediciones Mundo Bizarro/Barco Ebrio, Guatemala, 2004); Erosión (Editorial X, Guatemala, 2015); Un insecto empalado en tu seno (Proyecto editorial La Chifurnia, San Salvador, 2015); Zumbido (Editorial Ixchel, Tegucigalpa, 2017), Gula (Cafeína editores, Guatemala, 2020) y, recientemente, apareció en la revista La Universidad de San Carlos, de Guatemala; Crear en Salamanca, Castilla y León, España y en Altazor, de la fundación Vicente Huidobro, Chile. Su más reciente libro de poesía es La cicatriz del canto (La Garúa, Barcelona, 2021).
Américo ochoa
Escritor salvadoreño-costarricense. Nació en El Salvador en el año1960. Vive en Costa Rica desde 1980. Poeta, narrador, editor. Docente Universitario. Graduado en Diseño Publicitario, por la Universidad Continental de las Ciencias y de las Artes –UCCART. Máster en Docencia Universitaria, por la Universidad Continental de las Ciencias y de las Artes –UCCART. Doctor en Educación con énfasis en Mediación Pedagógica. Por la Universidad De La Salle. Costa Rica.
Ha publicado:
A la hora del Sol (poesía, Premio Centroamericano “Juan Ramón Molina”, publicado por EDUCA, 1989). Equinoccio (poesía, Editorial Lunes,1992), El Parnaso (novela, publicado por Editorial Arcoíris, El Salvador, 1997), Círculos Viciosos (poesía, editorial Perro Azul, 2000), Los Bramidos del Toro (poesía, Editorial Arboleda 2010), Troncos de Mar (poesía, Editorial Arboleda, 2014), Ángeles (novela Editorial Arboleda, 2018). La región del madero (poesía, Ediciones El Pez Soluble,2024) Ha sido incluido en diversas antologías de poesía de Centroamérica. Su obra aparece en diferentes portales de internet.
Miembro de editorial Arboleda.
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