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El certamen / MICRO CUENTO

Mario David Mejía Marroquín

MICRO-CUENTO El certamen Un texto de David Mejía Marroquín. …Cuando llegó el día de la premiación, ninguno de los ganadores llegó…

El certamen.


Andrew, las personas cambian
con el tiempo, por supuesto para
ti, el tiempo es una proporción
diferente, para ti, el tiempo es eterno.

Isaac Isamov.
El hombre bicentenario


El Ministerio de Arte , Ciencia y Tecnología del gobierno de la República, anunció la convocatoria para el certamen anual de literatura el dos de marzo de dos mil ciento ochenta. El certamen era para las ramas de cuento, novela, teatro y poesía. En cuento hubo doscientos participantes, en novela ciento cuarenta y cinco participantes, en teatro ochenta y siete participantes y en poesía setecientos participantes. Seis meses después de la convocatoria, el jurado de diez eruditos de la literatura emitió el fallo. En la rama de novela ganó una estudiante de la carrera de licenciatura en inteligencia artificial llamada Josefina Benítez. En la rama de teatro ganó un ingeniero genético llamado Boris Aquino. En la rama de teatro ganó un obrero de la industria robótica llamado Miguel Amaya y en la rama de poesía ganó una licenciada en biblioteconomía llamada Ana Arenìvar.

Cuando llegó el día de la premiación, ninguno de los ganadores llegó, sino cuatro robots alegando ser los ganadores. El Ministro de Cultura se escandalizó y dijo:

– ¡No es posible que ustedes hayan ganado!, es cierto que ustedes los robots son muy similares a nosotros los humanos, y que ustedes pueden desempeñarse como obreros de construcción, recolectores de basura, servidores de tragos de alcohol y otros empleos donde no se necesita o casi no se necesita cognición. Pero hay labores en las que se necesita una cognición especial, y esa cognición especial sólo las poseemos los humanos, y entre esas labores está el crear arte. Crear arte es propio de nosotros los humanos, hay labores en las que ustedes nunca nos igualarán o superarán. De hecho, el que ustedes se parezcan a nosotros refleja la grandeza de nosotros mismos los humanos. Además, vamos averiguar quién los ha enviado…

En el auditorio había murmullos, los robots tenían el cuerpo plateado, con caras infantiles, aunque dos ellos parecían emular al sexo masculino y dos de ellos al sexo femenino. Uno de los robots dijo:

– Aunque no lo creas, nosotros hemos hecho las creaciones literarias ganadoras. No te diremos quién nos ha enviado, aún. Pero si quieres saber la verdad, al menos danos unos asientos y cada uno de nosotros te explicaremos. Pero si intentas atraparnos, nos vamos a teletransportar a otro lugar en menos de un segundo.

El Ministro de Cultura tuvo que calmarse e invitó a los cuatro robots a subir y colocarse en las sillas donde tienen que estar los ganadores del certamen. Los cuatro robots suben y se sientan.
Mientras todo esto ocurría, la gente del público seguía presa del asombro, los periodistas del ministerio centrados en dar la noticia sobre estos extraños robots, que, a diferencia de los robots conocidos, parecen tener una inteligencia idéntica a los humanos, o quizás superior.

Una vez los cuatro robots estuvieron colocados. El Ministro de Cultura les dijo:

– Bueno, ahora explíquennos ¿a qué se debe que ustedes creen que son los ganadores?


El robot que había hablado dijo:

– Soy el ganador en la rama de teatro bajo la identidad de Boris Aquino. Nosotros fuimos creados en secreto por la empresa “Robots unidos por el progreso” cuya dueña es la doctora en inteligencia artificial Rufina Méndez, quien tiene una visión futurista sobre los robots. Somos robots superavanzados que hemos superados, o al menos igualado, a los seres humanos en cognición o intuición. A pesar del avance de la ciencia, muchos de ustedes aún creen que el ser humano tiene una sustancia única que lo hace especial en este universo. Creen que sus emociones y pensamientos son algo divino o espiritual. No reconocen que su alma (emociones y pensamientos) no son más que actividad bioquímica, algoritmos bioquímicos. Nosotros los robots, somos también algoritmos, sólo que hechos con materia inorgánica, pero basados en el algoritmo bioquímico humano. Entonces, dado que el alma no es algo divino o espiritual, no hay impedimento para que haya robots que puedan descifrarla igual o mucho mejor que el propio humano. Nosotros lo hemos hecho, y por eso hemos logrado crear obras de arte ganadoras.

La robot con apariencia parecida a una mujer tomó la palabra y dijo:

– Soy la ganadora en la rama de novela bajo la identidad de Josefina Benítez. Tenemos todos los órganos que el ser humano tiene, (excepto los órganos reproductores, intestino grueso y la piel), sólo que son de plata blanda. Somos inmortales y funcionamos mediante la energía vital descubierta en el sol, y para que esta energía vital se siga reproduciendo, comemos oro asado y bebemos plata líquida caliente. Nuestra sangre es líquido de piedras filosofales que fueron descubiertas a setenta kilómetros bajo la superficie terrestre. Inyectaron líquido informático en nuestras venas para grabar en nuestra memoria la información de todos los libros de la biblioteca capitalina. Después nos vistieron con una piel artificial para que pareciéramos totalmente humanos. A mí me infiltraron como catedrática de física cuántica en la carrera de licenciatura en inteligencia artificial de la Universidad Nacional, a Boris Aquino lo infiltraron como asesor del presidente de la Corte Suprema de Justicia, a Miguel Amaya lo infiltraron como secretario del juzgado quinto de sentencia de San Salvador y a Ana Arenívar la infiltraron como doctora en el Hospital nacional de San Salvador.

Antes de que el otro robot tomara la palabra, el Ministro de Cultura les dijo:

-Bueno, pero ¿quién los envío a infiltrarse en esos lugares y participar en este certamen literario?

El robot contestó:

– Soy el ganador en la rama de teatro bajo la identidad de Miguel Amaya. El proyecto en el que fuimos creados fue financiado y dirigido por la Organización de Inteligencia del Estado. Fue la O.I.E la que nos ordenó infiltrarnos en los lugares que Josefina ya dijo, y después de eso crear nuestras obras literarias para participar en el Certamen. El fin de infiltrarnos fue para tener la experiencia de interpretar las emociones, pensamientos y conductas humanas, para que así, unido al conocimiento adquirido mediante el líquido informático, creáramos nuestras obras literarias para el certamen

– Pero, ¿para qué crear robots nunca antes vistos para participar en un certamen? – dijo el Ministro de Cultura.

La otra robot contestó:

-Yo soy la ganadora en la rama de poesía bajo la identidad de Ana Arenívar. Acuérdense que desde hace más de siglo y medio se debate si la inteligencia artificial puede igualar o superar al ser humano. Los chovinistas del humano afirman que hay actividades en donde jamás el humano puede ser igualado o superado, una de ellas es el arte. Es por eso que participamos en el certamen haciéndonos pasar por humanos, y el resultado fue que nuestras obras fueron percibidas como creaciones humanas. Esto quiere decir que la inteligencia artificial puede crear obras de arte que igualen y/o superen las obras de arte hechas por humanos. Esto para recordarles que ustedes no ocupan una posición especial ni divina en el universo, que pueden ser perfectamente imitados e incluso superados.


Después de que este último robot terminó de hablar, entró en el auditorio el director de la O.I.E acompañado por el Ministro de Seguridad, la doctora Rufina Méndez y varios policías. El ministro de seguridad le dice al de Cultura:

– Bueno, ya mis robots le explicaron la situación. No se preocupe, el señor presidente es conocedor de todo este proyecto desde el principio. Procedo ahora a llevarme a los robots.

El Ministro de Cultura no dijo nada, mudo del asombro y sorpresa. Los humanos artificiales se levantaron de sus asientos, y salieron del auditorio escoltados.

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Mario David Mejía Marroquín

El Salvador (1987). Estudió licenciatura en ciencias jurídicas en la Universidad de El Salvador. Integró el grupo literario Xochimiqui fundando por el poeta Antonio Casquín. Integró el proyecto de pro difusión literaria de la Secretaría de Cultura de la Universidad de El Salvador, proyecto dirigido por Mario Castrillo allá por 2017. Ha participado en varios recitales poéticos y otorgado conservatorios sobre diversos temas literarios y otros en la Universidad de El Salvador, Café Maktub, biblioteca Municipal de San Salvador y el Museo Marte.

Actualmente es columnista de Diario Contrapunto El Salvador.

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