Poesía
Del libro Zurda
LUCIDEZ
Sí, perdí a mi padre, perdí la patria, pero me quedó la madre,
la ‘matria’, la hermana, los hermanos
MARÍA ZAMBRANO
En la Matria
ella es la imagen que primero se desenfoca
para encontrar la nitidez
-catalejo inconforme-.
Ella es el túnel y la salida
al peso de las descalificaciones
que tienen más de tres mil años.
No se trata de ser audaz
en medio de la polaridad y la acidez de las calles,
de la decadencia y el sonambulismo
que corren como humo.
No importa mucho la mano
/con la que se empuña el lápiz,
nada nombra la línea de su origen.
La clarividencia del paisaje habla en lenguajes
Naturales, y la entiende el asombro,
la lucidez le pertenece.
Llorar no es siempre parte del miedo,
y el primer miedo es siempre a la separación.
No se trata de saltar a la memoria sin paracaídas
de coleccionar aristas por pura desidia.
No se trata de hacer
/lo imposible en un mundo acre.
Se trata de mirar la orilla
de abrazar el salto con garrocha
y darle vuelta al cerrojo
con una mano zurda y femenina,
recordar que la lucidez está en el presente
sin cálculos retorcidos.
Está pintada en una rayuela
sin nudos ni prisas
donde los charcos recuerdan
cómo hacer navegar un barco,
cómo llenarse de nubes y de ballenas
sin necesidad de grandes discursos.
Desnudos recientes
bailar en la sombra de la arena.
Para nombrar la lucidez
habrá que rehacerse
desde la célula
o acaso más atrás,
reescribir la historia
renombrar el reflejo en la lágrima.
INSUMOS TEMPRANOS
Una niña zurda va hilando los remiendos
que debió inventarse con el hilo
para las costuras habituales.
Silenciada por reproches
/que no responden sus preguntas.
Si su otredad no tiene sitio en la lista
y no hay renglón para sus dedos,
se hace de una caja oscura
/para esconder los labios
las palabras y los besos.
Se esfuma la ceniza del grafito
antes de pronunciar líneas al sol.
No le plantan una escoba para volar
sino para barrer la casa
/en la dirección indicada
con cuidado de sacar
/el polvillo fino de los rincones.
De nuestras heridas adultas
la niñez guarda en sus bolsillos
/ piedras invisibles
para el resto del camino.
Sus exploraciones sin respuesta
son sepultadas en los acantilados,
precio de sal para las heridas
tatuajes de sombra ahuecada.
Somos los mismos que fuimos,
en las faldas y los pantalones
nadan como peces indelebles
clavos y maderos en cruz
para crucificarnos a tiempo
cada vez que la libertad se despierte.
Sólo con las llaves forjadas por la herida
se pueden abrir las jaulas y escapar
de artificios oxidados.
Una niña zurda
en la adultez
hila sus remiendos
se abre la garganta
/con un cuchillo de palabras
escritas por su mano izquierda.
Abre la luz de sus cicatrices,
salta el acantilado de las herrumbres
se atreve a mirar el mar
apartando velos y cruces.
Camina sobre las aguas.
Del libro: Anamnesis
ESCENA DEL CRIMEN
Recojo con cuidado los trapitos de colores
que dejan a la vista el paisaje de las ciudades.
Anoto sus características.
Tienen señales de lágrimas,
partículas que sus dueños insisten en lavar
con el jabón más eficiente que encuentren
en una sobre oferta.
Restos de girones, paños, alfombras, se tienden en la
negación
en la desmemoria donde es, en apariencia más fácil,
reptar por el mundo mientras tengamos latidos.
Disecciono las noticias
todas las guerras están oxidadas por manipulaciones.
El juicio tiene los dientes amarillos
de tanta dentellada al nervio de los inocentes.
Presumo que la autopsia
será ejecutada con una mano escondida en la espalda,
y otros ojos anotarán los resultados convenientes
sin haber visto el cadáver.
RAÍZ
Si me arrancan de un golpe mi derecho al sol,
en mi defensa diré que no estoy de acuerdo
con lo que los demás creen sin antes
/hurgar, sentir,
transgredir
los pantanos que rodean las supuestas
/verdades enlatadas
en las que nos venimos ahogando a voces.
Si me arrancan el derecho al sol
y es la sombra con la que me quieren
/atar las manos,
en mi defensa diré que sí, que estoy
/del lado de las que
reclaman,
de las que repudian dictaduras y esperpentos
/forrados de mentiras.
Diré que conozco la discriminación
de primer útero, de primera voz.
Si me arrancan el derecho al sol,
les aseguro que la lámpara que soy
/tendrá tanta lumbre como necesite
y que mis últimas palabras
/ serán siempre disonantes
con el coro impasible que come,
/sin leer las etiquetas,
las desmemorias enlatadas por un sistema sórdido.
Si me arrancan mi memoria
volveré por ella
las veces que sea necesario.
SOBREVIVIR
Viendo hacia atrás no me explico cómo nos sostuvimos,
atajando el tiempo,
desenredando el viento que se pegaba en las ramas,
soltando las suturas de las heridas para volverlas a
coser con más fuerza.
No lo entiendo bien,
pasaron años y nosotras no lo notamos,
estábamos entretenidas engañándonos
/sobre la realidad
que era a todas luces una mentira.
Luego se cayó todo
y fue un alivio hacer desaparecer esa historia
/que nadie se creía,
ese edificio imposible.
Volvimos a ver y estaba seca la hierba, el pozo,
el fantasma del río,
solo polvo sobre polvo.
Escondido bajo el agua
el verdadero pozo encendido.
AVESTRUZ
La forzosa imagen de un avestruz escondiéndose
es una farsa.
Su cabeza pequeña hace un gesto
como besando la tierra
y el juicio humano lo convierte en cobardía.
El avestruz no esconde nada
es la cabeza de la humanidad
la que anda perdida.
La que se busca entre las piedras
o ni siquiera se ocupa de buscarse.
Es la cabeza humana
la que no cabe
en los ojos sorprendidos del avestruz.
CUERPO
Mis muertas no me dejan olvidar
las desmemorias
los trajes de hombre
que debieron ponerse
no sé cuántas veces.
Mi cuerpo no puede olvidar
que las mujeres
/hemos sido etiquetadas de poca cosa
y ahora que somos más fuertes
se nos acusa de ser una moda.
Mi cuerpo es una caja de resonancia
por eso tiene de más varios tejidos,
tiene de menos
los que quise cuando era niña
y soñaba con ser niño
/para que me respetaran.
Tiene orugas de pan
mariposas de purpurina
untadas en las sienes
silenciadas en el pecho
amamantadas con barro.
Mi cuerpo
es una rueca de hilos desangrados
de puños que apuñalan la imposibilidad
de la justicia.
Mi cuerpo es una memoria
un dispositivo cuántico.
No siempre se entiende su lenguaje,
porque habla antiguas lenguas
que no figuran en ningún documento.
Entrecierra los ojos
para dibujar mejor los contrastes,
para enfocar
el lado ambarino y subterráneo
bajo las capas de mis células.
Se hace un ovillo
se mete en las raíces de los árboles
en el corazón de las rocas
para tocar sus memorias.
Mi cuerpo es un andamio
que no acaba en los huesos.
Se desvela en las nervaduras de la salvia
deja un poco de sí
en todo lo que toca.
Mi cuerpo es una mandolina
que no conoce fácilmente la partitura
de su propia música,
en cambio, la música lo reconoce
en la ancestralidad de su presencia.
Mi cuerpo no deja olvidar las desmemorias
y los agravios.
Y aunque resuena
resuena
y resuena
también suaviza y borra
abraza y diluye
hace posible respirar
el agua celeste que lavó la herida.
…Mi cuerpo es un andamio
que no acaba en los huesos…
Nidia Marina González Vásquez
San Ramón, Alajuela, Costa Rica (1964).
Artista Plástica, profesora Asociada de la Universidad de Costa Rica y poeta. Como artista plástica ha expuesto numerosas veces en distintas galerías del país, con obra bidimensional en técnicas mixtas, collage, dibujo y acuarela. Como escritora publica desde muy joven en periódicos y revistas. Su trabajo forma parte de antologías como : “Voces tatuadas”, crónica de la poesía costarricense 1970-2004), “Poesía del Encuentro”, “Mujeres poetas en el País de las Nubes”, (México 2008), “Sostener la palabra” antología de poesía costarricense contemporánea 2007, “Al hidalgo poeta” XIX Encuentro de poetas Iberoamericanos en Salamanca, España, “No Resignación”, Salamanca 2016, “Las costuras del sueño”, 15 poetas costarricenses contemporáneos, 2020, “Women Poets of Costa Rica / Mujeres poetas de Costa Rica, 1980-2020, Bilingual Anthology / Antología bilingüe” y “Mujeres al centro”. Relatos y ficciones de escritoras centroamericanas, 2020, “Ni miel ni hojuelas: Escribir desde la feminidad” Yadira Calvo, ECR, 2021, “Y nada más” antología de narrativa breve centroamericana, Chifurnia libros, 2022.
Tiene publicado los libros: “Cuando nace el Grito” 1985, “Brújula extendida“ (EUNED, 2013), “Seres apócrifos” (Uruk Editores 2015), “Objetos perdidos” (EUNED 2015), “Bitácora de escritorio y otros viajes” (EUCR 2016), “La estática del fuego” (EUNED 2019). Los libros con sello EUNED ganaron el concurso de selección anual para su publicación en los años respectivos. Además, publica en narrativa “Àrbol de papel” Editorial Poiesis 2020. En el año 2021 es la dedicada de la primera edición del Premio “Corina Rodríguez” de la Universidad de Costa Rica. Nueva York Poetry Press le publica “Zurda” en el 2022 y gana el I Concurso Latinoamericano de poesía Marta Eugenia Santamaría con el libro “Anamnesis”.
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