RUINAS DE SAL
I
Me dicen que aparezco en sueños no precisos.
Que me quieren y que no me sienta triste.
No me dicen nada más.
Algo se traslada de mí en esos sueños.
Llegan a quienes se conectan conmigo.
Hay personas que son caminos muy encendidos.
Esta telaraña que es escribirlo todo y abrirse.
No sé hasta dónde pueden llegar las ideas expresadas sinceramente.
Las ideas que se guardan pertenecen a la locura y al miedo.
El miedo de los solitarios deja de ser miedo.
El miedo de los acompañados termina siendo realidad.
II
Apenas la bruma nos altera cae la lentitud.
Leemos y fabricamos el riesgo de pensar.
Los nudos los llevamos dentro.
Darse cuenta que el momento cabe en una conciencia limpia.
El camino incorrecto siempre lleva al mismo punto sin decidir,
/al que se debe llegar sin culpar a nadie.
III
La memoria no busca virtudes, sino héroes y villanos.
Los cielos escampados a veces condensan una tormenta secreta.
La puerta sigue abierta.
La rutina son los mismos males socialmente aceptables.
Los modales de la desesperación y de la hipocresía.
A veces se escribe desde el arrepentimiento,
/pero es más triste escribir desde la honestidad.
Hay que aprovechar el odio para alejarse de todos y ponerse a escribir,
/hay que apropiarse de la soledad y de uno mismo.
IV
El instinto no se olvida.
El deseo es un emblema.
Solo se sangra, esa es la diferencia.
Toca asistir a los ritos inéditos.
La felicidad es cobarde y predecible.
Ir creciendo es limpiar la conciencia
/de todas las falsas verdades.
V
Aquí el lugar es de nadie.
El lugar es nadie.
La vida son los pequeños ritos,
/los rostros suspendidos en la altura.
VI
Viajamos hacia dentro y sentimos como se borran
/las formas amadas en la oscuridad,
entonces solo queda avanzar para que no nos trague
/ la noche del camino.
Entonces insiste la esperanza
/en una luciérnaga que cruza también por esa ruta.
Así nos acompañamos con la versión sincera de su luz,
una luminosidad que brevemente lo llena todo.
VIII
Sillas que daban al callejón mientras escribía
/y no me obedecían los pies para irme a casa.
Pienso que fue otra vida y pienso en aquellos errores:
amar sin romper el viejo dolor de la penumbra,
/era joven y escapaba.
Hoy extraño los días que creía peores,
/porque la sonrisa se cubre de óxido y la ternura de ceniza.
Pero jugamos a ser felices rapando ángeles.
Hoy acomodo cuadernos y al abrirlos caen risas y abrazos,
/porque hablábamos de la muerte que estaba lejos.
Hoy no la menciono, solo callo, solo guardo silencio.
Se me ha ido la vida resucitando el fuego.
Hoy estoy como lo imaginé, encerrado escribiendo en un cuaderno,
/pero aquellos días
/de cerveza, mesas y puertas verdes y paredes añil-naranja
¿Dónde…?
VIII
Hay una ternura que es como si explotara una ventana
y su resplandor fuera la última belleza guardada en los ojos.
Hay una suite de Bach para violonchelo.
Hay una luz imperativa.
Hay una estancia de silencio cada mañana.
Hay una quijada de sol mordiendo una nube.
Hay una esperanza como esa hoja en blanco donde la desdicha
se convierte en el verde-rojo-amarillo de una nueva vida.
IX
Mi edad verdadera es la que permanece
/en lo que escribo.
Un cuerpo es degradación diaria.
Hoy la información es ignorancia.
El conocimiento profundo solo lo da el tiempo.
X
Escribir, dibujar y leer lo llena todo en mí.
Unidad es ese todo.
Anudar lo que perdí y hoy recupero en el ruido exterior.
Me refugio en aquel ser espontáneo e infantil.
Adentro espero el silencio.
XI
Nunca vuelvas.
No les vuelvas la mirada.
Anula los nombres, nunca les conociste,
/el silencio será tu olvido.
No escribirás jamás sus nombres
(el tiempo está de tu lado, eres la memoria),
bórralos de tus palabras y de tus actos.
No ensucies tu corazón.
Maldito seas
/si vuelves la mirada a esas ruinas de sal.
XII
Página arrancada por otro mal dibujo.
No tengo ventana, mi habitación da a la nulidad.
Veo la puerta en la mañana o en la noche.
Este lugar me resguarda de afuera.
La mirada insiste en hallar algo.
El lodo alrededor.
Los días inmensamente tristes.
Las calles son siniestras, porque
/hay más rostros que personas.