Poesía
“LA VIDA QUE NO ESTABA”. Me correspondió con verdadero entusiasmo realizar una selección poética de la producción de Víctor Hugo Fernández. El título del volumen que eligió el poeta nos pareció al principio un juego también literario. Pero a veces la literatura no es un juego, un malabar, una pose dispensable de la que se pueden burlar los legos o los que odian, por muchas razones, este quehacer. En realidad, el título de la escogencia apunta en sentido correcto. La poesía responde siempre a lo que no está, a lo ausente. Las palabras designan un mundo que es otro, parafraseando a Aguiar e Silva, con lo cual resulta siempre la poesía un diálogo con lo que para el poeta es el mundo del extrañamiento, de lo que es y no puede ser aludido sino solo con imágenes, así como el sueño dialoga con nosotros con símbolos.
Los poemas contenidos en “La vida que no estaba” describe lo que para Borges es una justificación. La poesía nos justifica ante la vida que, vista con frío cálculo, cumple su mecánico ciclo biológico, sin detenerse a esperar a nadie. Del polvo del barrio infantil y los sueños juveniles quedan los temblores del cielo. De los amores presentes, la gratitud y la necesaria furia. De los seres amados y ausentes, la eternidad de la nostalgia.
“La vida que no estaba” es la muestra, más que una antología, de más de 30 años de labor poética. Están los poemas que dicen que Fernández estuvo aquí, que luchó para no morir con lo muerto, que inventó amar y desamar para vivir y que aún corre por los caminos de neblina de su viejo pueblo.
Guillermo Fernández
A Felipao, lo único cierto entre la niebla
IMÁGENES
I
El viento
trajo la mañana hasta la orilla del estanque.
Al primer grito
en la distancia
se sacuden la montaña
el estanque
y tu imagen se quiebra
bajo el oscuro silencio de las aguas.
II
El agua ha perdido su equilibrio
y se desborda
Ahora
resisto sobre la hierba
y los árboles se separan
para mirar el cielo.
Un ave nos vuela los ojos
y nos crecen nubes los pies.
Una mariposa nos cose el pecho
y el cielo nos cubre con silencio.
LOS MARES LEJANOS
(Fragmento)
El león de jade.
El dragón de mármol.
Tu piel de magnolia,
la sonrisa que navega de Hong Kong a Taipei.
Una anciana que agoniza
pide ser abandonada en una barca
que se pierde en los mares de China.
El dragón de jade.
El león de mármol.
Tu boca de flor de primavera,
yo con mis manos torpes
mi violencia de amante de paso
escondido en el murmullo de un idioma ajeno.
El dragón, el león y nosotros
navegamos hacia los mares lejanos
con la promesa de no volver a encontrarnos,
aferrados al instante
en que la anciana navega hacia las costas
donde la espera la vieja dinastía.
Somos el bambú
que canta en nuestros cuerpos al juntarse.
EN EL LABIO DE LA TARDE
Entre Hone Creek y Comadre
seres de agua celebran un brindis
que sabe a música
oculta en el labio de la tarde.
Alguna vez litoral abajo
dos cuerpos olorosos a verano
se envolvieron el uno con el otro,
ajenos al retumbo del mar en la distancia.
Ahora todo eso se anida entre la arena,
y se disuelve con la espuma.
Un silencio cómplice oscurece la memoria.
En Penshurt entre bananales y cacaoteros
el mar extiende su techo
y construye un infinito sobre el cielo.
Desde sus ojos de noche ancestral
un negro mira pasar nuestras almas,
“wattas coming”,
susurra desde la terraza de su casa lacustre,
sabe que el tiempo fue hecho prisionero
que la lluvia inunda Tuba Creek.
El ave sabe que el agua siempre regresa,
por eso el horizonte se refugia en sus alas.
Todo parece hermoso,
la selva confirma su inocencia,
pero eso no la exime de su aliento despiadado.
Entre Hone Creek y Comadre
persiste una memoria,
todo es recomenzar con la carne más vieja,
desde esta otra piel,
que tampoco volverá.
A lo lejos nuevamente un retumbo lo confirma.
LA VIDA QUE NO ESTABA
Parece que esta vida con la que me acuesto
no es con la que espero despertar todas las mañanas,
cuando alguna vez el recorrido por la ducha
desembocará en un horizonte
distinto al que marca la espuma del jabón
al fugarse entre el vapor del agua caliente.
Parece que el desayuno no contiene
la densidad transparente de las plegarias requeridas,
que cuando hablo, se inicia un camino hacia la nada
y dejo de escucharme, a pesar de que la sombra me sigue cabizbaja.
Aunque repita mis movimientos a la inversa,
soy un timonel que no avanza.
Parece que todo es falso y nada es definitivo,
salvo ese que se mira en el espejo y no se reconoce.
Parece que todo es apariencia
y que no es lo mismo el cielo
que su recorte reflejado en el estanque,
pero el uno sin el otro, resultarían imposibles
porque mirar no es lo mismo que asomarse,
y no por leer los epitafios extraviamos la memoria.
Parece que la tarde es la última estación
para llegar hasta el crepúsculo,
pero nos distraemos entre las aves
el viento fresco seduciendo la arboleda.
Parece que a pesar de atravesar la noche y su tiniebla
de tanto construir las madrugadas,
la vida nunca ha estado donde las buscabas.
Víctor Hugo Fernández
Poeta, narrador y ensayista. Posee Licenciatura en Filología Española por la Universidad Nacional, Costa Rica y Maestría en Literatura Comparada por Pennsylvania State University, USA. Ha ejercido el periodismo cultural y la crítica de danza en medios costarricenses y cooperado con revistas internacionales. Miembro fundador del grupo Literario Sin Nombre, que reunió a escritores y artistas de su generación en torno al movimiento de promoción del arte en espacios urbanos. Fue director del Suplemento Cultural Ancora que publica el diario La Nación entre 1989 y 1996 y desde allí desarrolló una amplia labor en beneficio de la cultura. En novela ha publicado Los círculos del cuerpo (REI, 1992), En relato ha publicado La Reina del Ácido (EUNED, 2017), El amante y la chica depresiva (WG, 2018) En Poesía ha publicado Calicantos (Mesén editores, 1982), Las siete partes en que antiguamente se dividía la noche (EUCR, 1991), Escala en Santa Rosa y otros trenes (BBB, 2014), Genealogía de mi sombra (WG, 2016), Canciones para un Minotauro (WG, 2018), No todas las naranjas cantan igual (WG, 2019). Dulces blasfemias (WG, 2020) Cando Seamos Ausencia (WG, 2021) Su obra ensayística es amplia. Es fundador y director del proyecto Planeta Musical -música y poesía por radio en Internet-, por medio del enlace: www.planetmusicradio.com.
Guillermo Fernández
San José, Costa Rica. (1962) Se graduó en Filosofía de la Universidad de Costa Rica. Es máster en Docencia Universitaria. Ha sido ganador del premio Nacional de Literatura en Poesía (1997), Cuento (2013) y Novela (2020). Ha laborado como capacitador y editor en diversas instituciones privadas y del Estado.
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